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Van a cansar a Zidane

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Hace ya veinticinco años que voy al Santiago Bernabéu. Una costumbre que empezó para mí con aquel partido de 1993 contra el PSG y que se ha convertido en un acto importante de mi vida. Por primera vez, el pasado domingo, he oído como aficionados del Madrid pitaban a un futbolista suyo cuando entraba en el terreno de juego después de superar una lesión. Sentí tristeza, rabia y por qué no decirlo, una gran vergüenza ajena. El odio es algo que destroza ante todo a la gente que lo tiene dentro pero que, por supuesto, lástima también a la persona que lo recibe. Sé que Karim Benzema es un hombre que aguanta mucho, que guarda para él la mayor parte de sus emociones, pero sé también que lo del domingo le ha hecho daño. Escuchar pitos e insultos cuando fallas un gol no puede ser agradable pero, por lo menos, ves fácilmente la relación “causa y efecto”. Sin embargo, cuando te “machacan” simplemente al verte con la camiseta del Madrid supone un ataque tan vil como violento e injusto.

Por ello, ayer Zinedine Zidane no dudó en reconocer que los pitos a Karim en el contexto de su vuelta después de un mes de lesión le habían molestado. El míster es el jefe de una tropa y cualquier agresión a uno de sus miembros le hace saltar para defenderle. Porque Zizou es así y no concibe su misión de entrenador de otra forma. Y porque, además, los que atacan a Karim atacan también al que le pone en el campo. Es decir, a él mismo. Un día el técnico francés se cansará y se marchará, y ésta será una de las principales razones de su hartazgo. Ya están avisados.