Las Palmas resurge y el Valencia pierde otro tren en la Liga

Ante el rival menos esperado sumó Las Palmas la primera victoria con Paco Jémez. Una victoria de alcurnia, pues tuvo que remontar a un Valencia que no se dejó nada. La salvación, al menos durante unos días, no será una quimera en la isla. Lavó su imagen, el mayor logro posible ahora. Y logra, en parte, vengar la eliminatoria copera tras el ridículo de Mestalla.

Empezaron presionando ambos equipos muy arriba, pero lo cierto es que fue el Valencia quien primero creó peligro. Y vaya si lo hizo el equipo de Marcelino, que en el minuto 5 aprovechó un córner sacado por Gil y perfectamente ejecutado de cabeza por Mina, otro delantero más que le come la tostada a Lemos, cambiado al descanso. Se le puso el partido de cara al Valencia, acaso mucho antes de lo esperado. Así, se limitaba a esperar atrás a Las Palmas, inofensiva con la pelota, y a lanzar feroces contras. Los locales eran presas de la laguna entre Peñalba y la dupla Viera-Tana en ese 4-1-4-1 planteado por Jémez.

Ya en el minuto 16’, Mina se plantó delante de Chichizola tras superar nuevamente a Lemos, y entre portero y el palo, golpeado suavemente por el cuero, evitaron el 0-2. Las Palmas parecía resignada a un nuevo desenlace fatal, tan común estos tiempos, siempre frágil de cuerpo y sobre todo de alma. Todo hasta que el desgarbado Peñalba colgó un balón al área magistralmente bajado con el pecho por Calleri al pasto, allí donde apareció Viera para fusilar a Neto, hacer el 1-1 y, de paso, dar rienda suelta a las pasiones locales, bien escondidas últimamente.

Nuevo partido. Parecía que había empezado un nuevo partido, pero esto sucedió de verdad cuando Paulista se inmoló y, de paso, condenó a su equipo. Penalti y expulsión en la misma jugada, con Calleri abrazando el balón antes de hacer el 2-1. Los locales se vinieron arriba pero, con todo a favor, no supieron aprovechar el momento.

A Las Palmas le entró el miedo a perder, tan mala es su situación, y eso que Neto le birló el 3-1 a Tana, igual que la mala puntería al empate a Zaza tras la expulsión de Vezo, que dejó a su equipo con 9 quedando apenas unos minutos de partido. Al final, con las piernas bloqueadas y la victoria en un suspiro, la alegría se quedó en casa del pobre. Que a veces, al contrario del refrán, puede durar mucho. Al menos, una semana.