El segundo gol del Sevilla, obra de Correa, dejó a los rojiblancos sobre el césped mirándose las caras sin explicarse lo sucedido o más bien analizando cada uno lo hecho en los segundos anteriores. "Nos hemos vuelto un poco locos", explicaba sincero Saúl, al que no le van las excusas. El vestuario cree en la remontada, se siente, más que nunca capaz por la calidad y la incercia, pero necesita exhibir el nivel de atención que le ha hecho famoso en el último lustro. No es coincidencia que, tras el Chelsea, el Sevilla haya sido el que se haya llevado el botín del Metropolitano. El final del partido muy similar al que le enfrentó a los blues. Y la acción definitiva guarda muchas similitudes con aquel tanto de Batshuayi. Aquel día Filipe prefirió, con el partido muerto, adentrarse en campo a rival y arriesgar entre cuatro contrarios un taconazo, antes que dormir la pelota con un pase atrás. el Chelsea armó una contra, que Koke frenó en una falta innecesaria cuando Willian ya estaba de espaldas al juego. Después el Atlético se concentró demasiado en lo que sucedía dentro del área y permitió la elaboración hasta Marcos Alonso. Cundió entonces el nerviosismo, Lucas y Savic, se fueron a por el lateral y descuidaron el centro, donde apareció Batshuayi.
Ayer, autogol al margen, el gol de Correa deja tocado al Atlético. El equipo lo tenía controlado hasta el empate. De la mano de Carrasco y Correa, parecía acelerar hacia el segundo y una pelota frontal y llovida trajo el desastre. Godín eligió mal, podía haber despejado de manera más segura, pero el cabezazo alto de Banega también pudo ser desactivado más fácilmente. Ben Yedder prolongó fácil, sin presión alguna, y ni el propio Godín, ni Savic, a la desesperada alcanzaron al menos a derribar a Correa antes de su primer control. Juanfran no cerró a tiempo y el control largo de Correa generó, quizá, unas décimas de duda en la salida de Moyá. Una cadena de adversidades, una mala interpretación global que meten al equipo en un problema.
Hay propósito de enmienda. Nada más terminar había bronca, consigo mismo, y con ganas de ir a Sevilla para darle la vuelta. El Atlético se siente fuerte, siempre que su nivel de atención sea el acostumbrado y no el de estos dos partidos.
