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ESPANYOL - BARCELONA

Ernesto Valverde, el dueño de la puerta 89 de Cornellà

El hoy técnico del Barcelona acarició dos veces la Copa UEFA con el Espanyol. “Hay gente que daría un brazo por llegar a dos finales”, razonaba.

México
Un aficionado contempla, ayer, la puerta de Cornellà-El Prat que lleva el nombre de Valverde.
Rodolfo Molina / Diario AS

Cuando el autocar del Barcelona acceda esta tarde al aparcamiento de Cornellà-El Prat, en la planta -2 del estadio, se situará justo dos niveles por debajo de uno de los tornos por los que la afición del Espanyol entrará al recinto para presenciar el derbi: la puerta 89. Un acceso con nombre y apellido inscrito en el marco superior con una placa de metacrilato: Ernesto Valverde.

El actual entrenador azulgrana, no en vano, permanece como una de las 98 leyendas en la historia del Espanyol que, por sus logros y su legado mientras fueron futbolistas del equipo perico, merecieron dar nombre a cada una de las puertas de Cornellà. Valverde debutó en Primera con el Espanyol, que lo fichó en 1986 procedente del Sestao River, avalado por Javier Clemente, el mismo que le puso ya para siempre el sobrenombre de Txingurri (hormiga). Y como perico quedó tercero en la Liga 1986-87 bajo el sistema de playoffs y alcanzó la final de la Copa UEFA al año siguiente.

“Aquella competición supuso una inyección de autoestima enorme para los jugadores, el club y la ciudad. Ver Sarrià a reventar en noches como la del Brujas es una imagen inmensa”, evocaba Valverde en el libro ‘Gloria a los Héroes’, donde también resaltaba la imponencia que le despertó uno de los rivales en aquella UEFA: el incipiente Milán de Sacchi con los Gullit, Van Basten, Baresi, Costacurta o Ancelotti. De su marcha al Barcelona en verano de 1988 junto a Miquel Soler, el Txingurri razonaba que “aquella oferta era buena para todos”.

Pero Europa le debía una tanto al Espanyol como a Valverde, que regresó como entrenador, en 2006, a intentar cobrársela. Y en su primer año, volvió a llegar a la final de la UEFA. Esta vez no ante el Leverkusen, sino contra el Sevilla. “La expulsión de Moisés Hurtado nos machacó, teníamos el partido para ganarlo”, lamentaba el entrenador, quien aun así se confortaba: “Hay gente que daría un brazo por llegar a dos finales como hicimos nosotros”. Aunque las perdieran. Hoy lo que no tiene pérdida es el derbi en Cornellà: se puede entrar por la puerta Ernesto Valverde.

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