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No quiero un Espanyol sin sentimiento

El fútbol moderno se ha desnaturalizado. Obviamente, en el Espanyol no somos una excepción. Tras la compra del club y la adopción del término “empresa futbolística”, acuñado ya hace un par de años, la entidad se ha mercantilizado a pasos agigantados, dejando de lado su relación con el socio, que desgraciadamente ha pasado a ser un cliente. En esta época de cambios, me aferro a defender con todas mis fuerzas algo en lo que creo que deben ser los cimientos del éxito: la gestión del sentimiento y su representación en la directiva. Un club de fútbol no es una empresa típica que se pueda gestionar desde la más estricta frialdad de un plan empresarial y desde la distancia, requiere mucho más, conocimiento, sensibilidad, mano derecha y sobretodo, acercamiento al socio. De todo ello carece la actual directiva.

El Espanyol no puede pasar a ser una multinacional vulgar sin referentes identificativos, sin gente que sepa gestionar con tesón y sensibilidad, a partes iguales esa necesidad de tratar al socio como alguien especial y trabajar para ellos, que son el verdadero pulmón del club. No lo olvidemos que sin pericos no se construye nada, sin sentimiento en la dirección sólo conseguiremos alejarnos de los nuestros y crear un ente artificial desnaturalizado. Aún estamos a tiempo, Chen ha tardado dos años en ver muchas de las carencias que la entidad tiene y, por ello, es necesario que el club se ponga en manos de gente que sepa el día a día de los pericos. Un Espanyol sin vínculos pericos está abocado al más absoluto de los fracasos. El mercantilismo sin sentimiento no triunfa en este deporte llamado fútbol.