La revolución pendiente
Mañana nos abandona un año que no dejará excesiva muesca en la memoria perica, que con este cerrará una década sin competición europea, la etapa más larga de la historia del club. El primer semestre consolidó el mensaje de un proyecto en crecimiento, dejándonos en puertas de las posiciones con premio. Pero el salto pregonado jamás llegó y las ilusiones sembradas en primavera se amustiaron en verano. La melancolía se apoderó del espíritu de los espanyolistas, empezando por el técnico que vio erosionado en otoño casi todo su crédito. La victoria in extremis ante el Atlético puso un parche oportunísimo a la agrietada moral blanquiazul, agujereada por derrotas humillantes como la del Girona, acaso el peor momento del año.
Por lo demás, la entidad sigue concibiendo un largo parto que no acaba de alumbrar. Viejas y nuevas estructuras y personas convergen sin que nadie sepa vislumbrar cambios concluyentes. Los tiempos de Rastar son un misterio, asi como la certidumbre de si sabe o no que hacer con este club además de quedarse con su deuda. La paciencia china es considerable, pero el Espanyol, que surfeó como pudo sobre el tsunami político, tiene pasión mediterránea. El segundo año de la era Chen, un proyecto congelado, tiene todavía su revolución pendiente. Veremos en 2018 si llega lo que esperamos todos.