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Jugando con el enemigo: Diez historias de traición

La saga de James Harrison y su llegada a los New England Patriots hace recordar otros casos de estrellas que firmaron con un acérrimo rival.

Estados UnidosActualizado a
Jugando con el enemigo: Diez historias de traición
Bill SikesAP

La lealtad en el deporte tiene exactamente el mismo color que los dólares y el mismo brillo que una sortija de campeonato. No es coincidencia.

A todo aficionado le gustan las historias románticas, de un jugador que se despide con los mismos colores que defendió toda su vida. Y el motivo por el que ese tipo de situaciones son tan atractivas es por lo raras que son.

No todos quieren o pueden ser Dan Marino, Barry Sanders o Terry Bradshaw. Muchos de ellos van en busca de la gloria o el dinero y la fama que lo acompaña, y el único equipo al que defenderán a muerte será el de su universidad.

Si vimos a Franco Harris con el uniforme de Seattle, a Emmitt Smith con el de Arizona o Joe Montana con el de los Chiefs es porque así lo decidieron sus equipos previos quienes, en la mayoría de los casos acertadamente, creían que no tenían mucho más en el tanque.

El otro caso es cuando el jugador va en busca de anillos o dinero, que huye del equipo que le dio su primera oportunidad en la agencia libre para irse con el que le abrió la cartera o le prometió la gloria.

James Harrison, líder en capturas en la historia de los Steelers, firmó el martes con uno de los acérrimos rivales, los Patriots, y el miércoles el centro Maurkice Pouncey no tardó en declarar que Harrison “borró su propio legado” en la ciudad del acero.

Aquí otros casos que indignaron a los seguidores de un equipo al ver a su estrella irse con un acérrimo rival:

Rod Woodson:

En este caso, la traición no fue directa, sino con una breve escala. Woodson es considerado uno de los mejores backs defensivos en la historia, uno de los pocos jugadores en realizar exitosamente la transición de cornerback a safety, al lograr designaciones All-Pro en ambas posiciones.

Woodson jugó 10 de sus 17 años en la NFL con los Steelers, donde brilló enormemente como cornerback y regresador de patadas, sin embargo, una disputa contractual lo llevó a la agencia libre y decidió buscar en San Francisco el anillo que se le escapó en Pittsburgh.

Ahí no está el problema, sino que después de un año en la Bahía emigró a Baltimore. Es ahí donde muchos fieles de los Steelers sintieron la herida profunda. Firmar con el enemigo jurado de Pittsburgh y, peor aún, conseguir finalmente esa sortija.

Donovan McNabb: Eagles a Redskins

Abucheado desde que los Eagles lo tomaron con la segunda selección global del draft de 1999, McNabb poco a poco silenció las críticas y las cambió por corazones en la Ciudad del Amor Fraternal, en donde jugó durante 11 de sus 13 años en la NFL.

Durante su estadía en Philadelphia, McNabb impuso récords de la franquicia en pases, pases completos, yardas aéreas y envíos de touchdown, además de llevar a los Eagles siete veces a playoffs y a su más reciente aparición en el Super Bowl.

Sin embargo, después de la temporada 2009 cuando gozó una de sus mejores temporadas estadísticas pero, por primera vez fue eliminado en la primera ronda de playoffs, volvieron las críticas que obligaron a la gerencia a cambiarlo a Washington, un rival divisional, y darle la oportunidad a Michael Vick.

Aquí la culpa no fue de McNabb, quien no tomó la decisión, sino del equipo que cedió ante las críticas. A la larga, el movimiento le funcionó a Philadelphia pues McNabb tuvo más penas que glorias en la capital del país.

Jared Allen:

Aunque el estelar defensive end no inició su carrera en Minnesota, fue en los Vikings donde Allen dejó una huella imborrable como un temido cazador de cabezas y sus festejos de vaquero.

Allen obtuvo tres de sus cuatro designaciones All Pro durante su periodo de seis temporadas con los Vikings en donde impuso una marca de sacks para una temporada con 22 e hilvanó 11 partidos con al menos un derribo de quarterback.

Sin embargo, el dinero se acabó y el romance también. Allen se convirtió en agente libre y decidió firmar con los Bears, el odiado rival de división. El movimiento no le funcionó muy bien pues ese año Chicago hizo un cambio en su esquema defensivo a 3-4 y sumó apenas 5.5 capturas en los 18 juegos que defendió a la Ciudad de los Vientos.

Julius Peppers:

El líder en activo en sacks de la NFL siempre será identificado como miembro de los Carolina Panthers, su actual equipo en una segunda etapa. Pero durante su larga y prolífica carrera, Peppers también tuvo que defender ambos colores de una rivalidad.

Después de que los Panthers le permitieron ingresar a la agencia libre en previo a la campaña 2010, Peppers no tardó en firmar un enorme contrato con los Bears, y desquitó cada uno de los 42 millones de dólares garantizados al sumar 35.5 capturas en sus cuatro años en Chicago. Sin embargo, la situación salarial fue demasiado para los Bears, quienes se vieron obligados a cortarlo antes de la temporada 2014.

Con 34 años de edad y aparentemente con poco en el tanque, el cuarto mejor cazacabezas en la historia de la liga, se empeñó en demostrarles a los Bears el error que cometieron y firmó nada menos que con los Packers, con quienes sumó 25 capturas en tres años, 3.5 de ellas contra Chicago.

Wes Welker:

Wes Welker debería aparecer dos veces en esta lista. En tres años con los Dolphins se ganó el respeto de muchos como un excelente regresador de patadas y un temerario receptor dispuesto a hacer la atrapada por el centro pese a su diminuto tamaño. Eso atrajo las miradas de Bill Belichick.

Tras adquirirlo en un cambio, los Patriots utilizaron a Welker como el molde de sus receptores actuales. Ágil, de buenas manos, resistente y confiable. Eso fue suficiente para enviarlo cinco veces al Pro Bowl en sus seis años en Foxborough en donde tuvo temporadas de 122 y 123 recepciones.

En marzo de 2013, tras ingresar a la agencia libre Welker firmó con los Denver Broncos de un tal Peyton Manning en busca de obtener el anillo que los Giants le arrebataron dos veces durante su estadía en Foxborough. No terminó bien al sumar una nueva derrota en el Super Bowl, antes de caminar silenciosamente hacia el ocaso a causa de las continuas conmociones.

Darrelle Revis:

Otro de esos jugadores que ha aplicado la traición por partida doble. Después de obtener la reputación como el mejor cornerback en cobertura hombre a hombre durante sus primeras seis temporadas con los Jets, Revis fue cambiado Tampa Bay, en donde duró un año antes de que los fieles de los Jets comenzaran a quemar su jersey al enterarse que había firmado, de entre todos los equipos, con los odiados Patriots.

Durante su única temporada con los Patriots, Revis obtuvo lo que siempre quiso, dinero y una sortija y su cuarta designación All-Pro. Pero todos los seguidores que le dieron la espalda y le profirieron maldiciones no tardaron en arrepentirse, del jersey quemado no había nada que hacer.

Revis volvió a los Jets en 2015, tras dos años de ausencia, y tuvo una buena primera temporada antes de que la Isla Revis se convirtiera en la Isla de la Fantasía.

Terrell Owens:

Terrell Owens nunca fue una persona discreta. Le gustaba la fama, el dinero, la atención y ganar. No importa cómo, no importa dónde. Owens iba a obtener su dinero, sus minutos de televisión y sus yardas.

A Owens se le podrá criticar por muchas cosas pero nunca por su bajo rendimiento. En su primer año con los Eagles en 2004, fue fundamental para llevar al equipo al Super Bowl, pero el segundo año con Owens nunca es fácil. Sus críticas interminables hacia Donovan McNabb y el mal ambiente que creó en el equipo obligó a Philadelphia a darlo de baja.

Owens tendría su venganza al firmar como agente libre con el rival más odiado de los Eagles, los Cowboys, apenas cuatro días después. En sus tres temporadas en Dallas promedió casi 1,200 yardas y 13 touchdowns. El despecho le vino bien.

Deion Sanders:

El gusto de Deion Sanders por el dinero y la joyería es bien conocido por todos. Incluso ahora como analista tiene una frase que lo refleja “Pay the man!”. Dinero, para Sanders su carrera fue una continua persecución de dinero y fama. Y algunos anillos.

Después de cinco años con los Falcons, Sanders fue tras el dinero y lo obtuvo en San Francisco, en donde además gozó de su mejor temporada estadística y su primer anillo de Super Bowl. Pero no era suficiente. Al año siguiente ingresó nuevamente a la agencia libre y ofertas no le faltaron.

Aunque posteriormente admitió que Oakland le ofreció más dinero, optó con firmar con Dallas, entonces el acérrimo rival de los 49ers en 1995, en donde obtuvo más dinero, un anillo de Super Bowl por segundo año consecutivo y el escenario para mostrarse como uno de los mejores cornerbacks de la historia. Su legado es el de ir tras el balón con el mismo ímpetu que por los dólares.

Marcus Allen:

Desde que llegó a los Raiders, en ese entonces de Los Ángeles, Marcus Allen se convirtió en ídolo. Egresado de USC, que compartía el Coliseo con los Raiders, y ganador del Heisman, los Raiders y Allen parecían la pareja perfecta.

Y lo fue en sus primeros cinco años, hasta que llegó Bo Jackson y envió a Allen primero a la posición de fullback y posteriormente a la banca. Un jugador de su talla no podía quedarse conforme y comenzaron las disputas con el dueño Al Davis. Una guerra que jamás ganaría.

Allen finalmente salió de los Raiders en 1993 y lo mejor que pudo hacer para enfurecer a Davis fue firmar con los Chiefs, y ayudar a Joe Montana a llegar a la Final de la AFC ese año. Allen jugó otras cinco temporadas con Kansas City, pero sigue siendo querido por los fieles de Oakland, al ser el MVP de su título más reciente del Super Bowl.

Brett Favre:

Todos los records habidos y por haber para un pasador en la historia. Iniciar todos y cada uno de los partidos desde que se apropió de la titularidad de Green Bay, y darle un nuevo título en sus 16 años frente a los Packers. ¿Y que recibió Brett Favre a cambio? Ser canjeado a los Jets para darle su lugar a un tal Aaron Rodgers.

Esto no se iba a quedar así. La primera vez que salió de Green Bay él no pudo elegir su destino. Pero eso cambiaría un año después, cuando anunció su retiro y después reculó para firmar con los Vikings. Ahí fue que rompió los corazones de Green Bay, de la misma forma que los Packers le habían roto el suyo.

Favre tuvo un brillante debut con los Vikings en 2009 y llevó a Minnesota a la antesala del Super Bowl con 40 años de edad, al lanzar para 33 pases y solo siete intercepciones. La venganza estaba consumada.