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Poner luz en la oscuridad azulgrana

Pues sí. Rivaldo posiblemente habría peleado con Lionel Messi y Cristiano Ronaldo por el Balón de Oro de estar en activo a día de hoy y de haber encontrado una buena plaza para lucirse. Nunca acabó de ser mediático, siempre huyó del potente foco de la fama y se dedicó a ponerle algo de color a una de las etapas más oscuras y de la historia de principios de siglo en el Barça. Lo fichó Núñez una cálida noche de agosto tras depositar un talón de cuatro mil millones de pesetas (24 millones de euros) y dejar desnudo a un Deportivo que había encontrado en él la pieza ideal para dar continuidad a la ilusión que generaron Bebeto, Mauro Silva y el Súperdepor.

Rivaldo siempre demostró en el Barcelona un profesionalismo absoluto. Era un crack. Tenía sus cosas, como todos, y se llevó secretos bien guardados de Barcelona, aunque nunca le despistaron ni desviaron aquel milimétrico punto de mira de su privilegiada pierna izquierda, sólo un poquito (muy poquito), inferior al nivel a la de Messi. A Rivo le tocó tragar con Gaspart, sufrir a Van Gaal, con el que alzó el histórico doblete (Liga y Copa) de 1998 y resistir a Serra Ferrer y Rexach. El Camp Nou lo quiso, pero por entonces, el culé vivía más pendiente de abroncar que de disfrutar y acabó yéndose desgastado y por la puerta de atrás.