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Tercer tiempo

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Afecto pasillo

Hay un grupo canario, músicos muy jóvenes, que se hacen llamar Efecto Pasillo. Cuando Jordi Martí escribió a Carrusel el sábado para preguntarse si el Barça le haría este próximo día 23 el pasillo al Real Madrid, por su triunfo en el Mundial de Clubes, me vino a la mente el nombre de estos muchachos. Y después me vino el siguiente: Afecto Pasillo. En fútbol el afecto no sólo ha de ser la espontánea expresión de alegría por el triunfo del otro, sino una costumbre social. El fútbol une, o así debe ser. Y un barcelonista ha de felicitar al rival. Y viceversa. El triunfo del Madrid merece afecto. Y aplauso.

Madridismo

Felicité a casi todos los madridistas que tengo más presentes. E imagino la felicidad de los aficionados. Es muy grande el fútbol, pues te da tortazos y luego te da alegrías como estas, que los futbolistas disfrutan, y además cobran por ellas. Pero al aficionado le cabe sólo la felicidad. Por la mañana del sábado estuve con Luis García Montero, madridista de Granada, y poeta. En uno de los poemas de su último libro escribe: “Dicen que tengo miedo de la felicidad”. No es de fútbol. Pero como si lo fuera. Hay cosas peores que el temor a la derrota de tu equipo, y la felicidad es esquiva.

Los contrarios

Es una buena ocasión para el fútbol en general, para los otros. Por eso sería bueno que se produjera ese Afecto Pasillo, ese aplauso del Barça. Vi a García Montero recitar con un gran poeta catalán, Joan Margarit, en la Residencia de Estudiantes. Margarit es de Lleida, y es uno de los grandes poetas de su lengua. García Montero habla catalán como andaluz, Margarit tiene un lejano deje tinerfeño, y el fútbol le da igual. Luis es un amigo que le hace el Afecto Pasillo como poeta. El recital conjunto tenía el efecto de un acto cívico: poetas contra el malentendido. El afecto entre contrarios debe surtir efecto también en el fútbol. Sería un buen símbolo.

El gol de oro

Cristiano lleva el oro pegado al nombre en este momento; aunque esta vez Modric se lleva el oro del partido, y qué gran partido hizo ese jugador excelente, fue para Cristiano el gol y por tanto el oro de un triunfo que el Madrid necesitaba como una lluvia de afecto. Su felicidad es la del club; pasa con estos grandes futbolistas. Como se ve en la web del As, cuando a Cristiano se le tuercen las cosas, Florentino sufre. Y ahora mismo hay una tregua, porque el futbolista está contento. Pero subsiste una impresión: necesita más oro, y sólo el presidente, insinuó, puede dárselo.

Mucho fútbol

El sábado vi todos los partidos. Resumo. El Athletic está a merced de un sube y baja emocional que lo deja a cero también de ánimo. Y la Real no es la que fue hace un ratito. El Valencia vive la pájara que se produce cuando más necesita los puntos para recortar distancias. Y el Eibar va para arriba como un cohete. El Atlético ha hecho de la efectividad su ambición. “Qué mal jugamos”, me dijo Manolete en el ascensor de As. Sí, pero va segundo…, de momento. El Alavés de Abelardo le superó a veces. No sería mala cosa para el fútbol que el Pitu recibiera el afecto de más victorias.

Dicho esto...

…digo que sería bueno que no se convierta en obligación para el Barça que haga o no haga el pasillo. Al ser tema de la semana temo que el fútbol se contamine de ambiciones contradictorias. Y este deporte tan bello está tan cerca de la gloria como de la mezquindad. Sería bueno el pasillo, porque es interesante que se abracen los contrarios. Pero no hay nada mejor que la espontaneidad, que el otro tome su rumbo sin que los interesados en una cosa o la otra se dediquen a repicar campanas que dejen sordos a los que han de tomar las decisiones. Enhorabuena al Madrid, y abrazo a Roncero, que representa en este momento el epicentro del sueño.

La frase

"Dicen que tengo miedo de la felicidad”.

Luis García Montero, madridista y poeta, autor de ‘A puerta cerrada’ (Visor)