Bale oposita al Clásico
Se ha especializado en ahorrarle al Madrid líos con modestos. Evitó el 'Fuenlabrazo' y un susto del Al-Jazira. Se ve recuperado y quiere ser titular contra el Barça. ¿Vuelve la bbC?
AI Madrid se le están subiendo a las barbas los modestos, al menos hasta que Bale aparece desde el banquillo para imponer la lógica. Lo hizo ayer en el 1-2 al Al Jazira, negándole al equipo emiratí la gesta de forzarle una prórroga al campeón de Europa, la misma fórmula que empleó hace quince días en Copa del Rey. Dio dos asistencias que ahuyentaron un potencial Fuenlabrazo... antes de volver a lesionarse. La cara b de muchos de sus discos. Pero parece recuperado, tiene el Gremio en la final y apunta al Clásico. Incluso como titular.
Sea bajo la lluvia del Bernabéu contra un equipo de Segunda B o convertido en oasis en medio del desierto de Abu Dhabi, la frialdad del galés aparece como un inesperado remedio cuando el Madrid se bloquea. Un desatrancador en toda regla.
Volvió a pasar con el Al Jazira, que hasta su aparición había sido acribillado. Antes del 1-2, el Madrid había rematado 26 veces (18 de ellas en la primera mitad, récord en la era Zidane) y convertido en estrella catódica al inefable Alí Khaseif. Y cuando no fue el heroico portero arábigo (ayer corrían por internet memes con su foto como carátula del videojuego FIFA18), fue Benzema, enemistado con los postes. Bale entró por el francés y sólo necesitó 47 segundos sobre el Zayed Sports City Stadium y su primer contacto con el balón para conseguir el gol que aliviaba al Madrid y que acudió a celebrar con Ramos.
Bale se mueve por sensaciones, esta vez eran buenas y en el 84’ se olvidó de sus castigados sóleos y dibujó una acrobática tijera que Al Senaani, el sustituto de Alí Khaseif, sacó a duras penas. Una prueba palpable de que se ve fuerte. En Twitter, donde amasó más de 51.000 menciones, no se perdió la oportunidad emparentarlo con el otro gran protagonista de la semifinal (‘VAReth Bale’)...
Mirando al Clásico.
“Tengo que tener paciencia y escuchar a mi cuerpo”, admitía el galés tras el susto del Al Jazira. Quizá un consejo a sí mismo casi a las puertas del Clásico. El último que jugó en Liga (en marzo pasado) fue una pesadilla para el 11 y para Zidane. El galés, porque recayó de una lesión por forzar (y se le esfumó la titularidad en Cardiff), el francés, porque no supo cómo explicar la titularidad del atacante, dado su historial médico.
El Mundialito sigue para él y se le da bien. Marcó en Marrakech y ahora en Abu Dhabi. El Gremio es el siguiente, en la final, pero Bale mira al once del 23-D contra el Barça. Y ya recuperado, sus acciones suben como la espuma. La duda es el dibujo. Zidane tiene que mojarse. Prescindir de Isco para recuperar la apolillada bbC, o acogerse a la dupla Cristiano-Bale en un 4-4-2 y que Benzema lo vea desde el banquillo. Pese al férreo apoyo de Zizou, el nueve blanco es ahora el elemento que perturba el ataque blanco. Su falta de puntería, debate viejo pero no caduco, vuelve a ser su principal enemigo.