El Urawa, que partía como favorito para el triunfo como campeón de la Champions y por el empuje que el fútbol japonés ha mostrado en los últimos años (el curso pasado el finalista ante el Madrid fue el Kashima, que forzó la prórroga y puso contra las cuerdas a los blancos). Pero los nipones lucieron mucho control de balón, pero poco más: su delantero, Koroki, tuvo la más clara del primer tiempo en un remate en el área pequeña que mandó alto; y en el segundo tiempo apenas dejó el Urawa una buena volea del mediapunta Kashiwagi y un remate desviado por poco de Da Silva, del que se esperaba mucho más de lo que dejó tras sus nueve goles en la Champions asiática.