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REAL MADRID

Marcelo: el reto con su abuelo Pedro que le llevó a triunfar en el fútbol

"Dame un real y yo te traeré los 13 que necesitamos", la tierna historia de cómo comenzó la carrera del futbolista del Real Madrid

Marcelo: el reto con su abuelo Pedro que le llevó a triunfar. Foto: Instagram

Marcelo es hoy uno de los jugadores imprescindibles en el Real Madrid y una gran estrella del fútbol mundial pero sus inicios no fueron fáciles, tal y como él mismo ha revelado más de una vez, su abuelo Pedro Vieira da Silva Filho tuvo mucho que ver en su camino hacia el éxito.

Aunque el empeño de Don Pedro y el esfuerzo del futbolista han sido sin duda las claves de los logros del lateral blanco, pocos conocen una tierna historia de su infancia revelada por algunos medios internacionales: El día en el que, gracias a que consiguió 13 reales, pudo ser elegido para un equipo.

"Dame un real y yo te traeré los 13 que necesitamos"

Chofer de un banco brasileño y empleado de una oficina, Pedro Vieira seguía trabajando a pesar de estar casi en edad de jubilarse con el objetivo de ver a su nieto, Marcelo, triunfar como futbolista.

Cuando la madre del pequeño, que ejercía como profesora en una escuela pública de Río de Janeiro, se enfadaba porque el chico prefería el balón a los libros, su abuelo sacaba la cara por él y aseguraba que algún día sería una estrella.

Una mañana, en el barrio de Calete cercano a la favela Tavares Bastos, Pedro tuvo que decirle a su nieto que no tenía los 13 reales que costaba el transporte hacia el entrenamiento justo en esa semana en la que se decidían quiénes serían los tres jugadores que seguirían su camino en el club y cuáles deberían dejarlo.

El hombre que guardaba cada real ganado para que Marcelo alcanzara su gran ilusión solo tenía 2 monedas en el bolsillo en aquél crucial momento. "Dame una moneda de un real y yo te voy a traer los 13 que necesitamos", le dijo el futbolista. Don Pedro se la entregó pensando "Al menos la usará para comprarse una gaseosa".

El brasileño entró en un bar de su barrio y metió la moneda en una máquina en la que había visto cómo muchos hombres perdían allí su dinero. El juego era fácil, elegías un país en una rueda en la que, al azar, la luz se detenía sobre alguna de ellas.

Tras pulsar la tecla que apuntaba a Croacia Marcelo ganó 25 reales con los que pudo llegar al entrenamiento que decidía su futuro. El zurdo fue elegido para el equipo y con las monedas que le sobraron se tomó un zumo y una hamburguesa junto a su abuelo.

"Mi abuelo es mi ídolo"

"Si no hubiese sido por mi abuelo, no hubiese jugado al fútbol. Él me hizo ser todo lo que soy. Él creyó en mí antes de que nadie creyera. Cuando quise dejar todo, a los 15 años, me llevó a seguir. Es mi ídolo. Le debo todo", revelaba el jugador del Real Madrid en su última renovación.

Cuando cobró su primer sueldo, de unos 100 reales, poco más de 25 euros, Marcelo le entregó el dinero a su abuelo: "Esto es a cuenta de todo lo que me diste. Voy a hacer una carrera en la que nunca te falte nada", le aseguró.

Marcelo: el reto con su abuelo Pedro que le llevó a triunfar en el fútbol

Marcelo quería jugar al fútbol sala

El futbolista ha explicado en más de una ocasión que en sus comienzos prefería el fútbol sala pero fue su abuelo quien supo ver su auténtico talento.

"Empecé en el fútbol sala en el Helénico, un equipo que disputaba campeonatos de segundo nivel. Era una especie de libero con funciones que no tienen nada que ver con las de un lateral. Me vio el Fluminense y me quiso llevar. Pero a mí no me gustaba el fútbol 11. Mi abuelo Pedro, que fue jugador, me decía: 'Ve, que te va a gustar'. Yo me negaba. Sólo quería jugar al fútbol sala. Pero, al final, jugué un campeonato a la fuerza. Me pusieron de extremo y de lateral. Y ahí me quedé", contaba.

Una triste despedida

Tras una dura lucha contra un cáncer de médula ósea, Don Pedro fallecía a los 78 años en un hospital de Río de Janeiro durante el Mundial de Brasil 2014, en las horas previas al partido de Brasil ante Alemania.

Marcelo lleva tatuado su nombre en su brazo, ese que besa después de cada victoria.