Quique, tiempo de desamor
La reacción de Quique, amparándose en el presupuesto para explicar el naufragio ante un equipo que cuesta la mitad y puso el doble de ganas que el nuestro, no fue nada nuevo. Al míster cada vez le cuesta mas disimular que entrenarnos le da cierta pereza. Nunca ha escapado a la percepción —de hecho, se diría que incluso la ha cultivado— de que su nivel está por encima del del club. Y posiblemente tenga razón, por ello se le fichó. Pero no nos ha puesto a su altura, sino que más bien, le hemos contagiado de nuestra mediocridad. Podrá argumentar que sus expectativas sobre el proyecto se han visto tan defraudadas como las del común de los socios, pero de lo que no podrá convencernos es que esto no es lo de siempre. Aunque a decir verdad, antes lo hacíamos tirando mucho menos dinero.
Aunque triunfe el desamor, el míster es muy profesional y cumplirá su contrato. El club tampoco cortará el vínculo salvo debacle, pues el coste de la rescisión no entra en los planes económicos de Rastar, pero todo se verá. Chen va a estar el próximo partido en el palco y puede empezar a ver como va esto del fútbol. Una ecuación donde variables como ‘lunes’, ‘Girona’ o ‘Stuani’ pueden dar al traste con cualquier balance. Aquí y en China.