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Lo peor de todo es que fue gol de Messi

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La pifia en el gol de Messi ha desatado un estruendo colosal en el que ha destacado, por serena, la reacción de Valverde. Recordó que el Barça se benefició ante el Málaga de un balón que escapó de la raya antes de ser devuelto al campo para ser transformado en gol. Pero su sana reacción no nos redime del fiasco, que es un poco colectivo. Mientras estamos que si VAR sí o VAR no, que si este sistema sí o este no, hemos desdeñado el ‘Ojo de Halcón’ (o tecnología de la línea de gol, se supone que definición más correcta), que ya se utiliza en nuestros campos en los partidos de Champions y de Europa League. Y que no tiene vuelta de hoja.

No está porque a Tebas le parecen muchos los cuatro millones que cuesta para “una o dos jugadas al año”, y porque confía en que el VAR resuelva también estos casos. Pero como las carga el diablo, mientras esperamos el VAR sobreviene esta jugada que deja en mal lugar a todo el campeonato. La mayor desdicha es que ha sido gol de Messi, lo que ha convertido el suceso en noticia mundial. Mala suerte que pasara, mala suerte que fuera Messi, mala suerte que no lo viera el árbitro. Pero la buena suerte, decía Napoleón, es la previsión de todos los factores. Faltó la previsión del factor tecnológico. Una mancha para nuestro brillante campeonato.

Y un dolor para el árbitro, que, alineado con Neto y el balón, no pudo verlo. Y para el linier, en línea con el área grande, y quizá tapado. Pero seguro que se dieron cuenta, por la actitud de los jugadores, de que eran los dos únicos en toda la tierra que no habían visto el balón dentro. Tierra trágame. Ellos más que nadie merecen la tecnología de la línea de gol, y no sé si tanto el VAR, que podrá resolver cierto tipo de jugadas (ésta a medias, sin la misma garantía) pero dejará el fleco suelto de las jugadas interpretables, que son cuatro quintas partes de las que desatan polémicas. Ya se está viendo que, donde funciona, no aplaca, sino aviva controversias.