Pako Ayestarán, adiós cantado si pierde en el Santiago Bernabéu
La entidad insular se estaría planteando desde hace semanas la búsqueda de su sustituto, dejando lugar al milagro en el campo del Madrid.
No puede ser más tirana la derrota en el deporte profesional, tantos son los intereses que genera la victoria. Ocurre además que es más fácil echar a uno que a 25, lo que implica que el entrenador viva permanentemente en la diana, allí donde ahora mismo se instala Pako Ayestarán. El preparador vasco, que acumula cuatro derrotas consecutivas desde que se pusiera a los mandos de la UD Las Palmas (11, el que más en Primera, contando su etapa anterior en el Valencia), podría tener sus horas contadas si su equipo pierde en el Santiago Bernabéu, donde el curso pasado ofreció un recital de época para acabar llevándose un 3-3 ante un Madrid desesperado y a la heroica.
La entidad insular se estaría planteando desde hace semanas la búsqueda de su sustituto, dejando lugar al milagro. Así, salvo cambio de última hora, Ayestarán dejaría de ser entrenador de Las Palmas en caso de perder mañana.
Ratificado. Pese a que su cese se daba por hecho incluso el lunes por la noche en una reunión de urgencia de la directiva de Las Palmas tras la debacle ante el Deportivo (1-3), finalmente se determinó alargar la agonía hasta el Bernabéu. Sin embargo, el presidente de la entidad amarilla, Miguel Ángel Ramírez, ratificó esta semana a Ayestarán. “No es serio que no le demos tiempo para exponer su idea de juego”, explicó.
Pero si algo ha tenido Ayestarán es tiempo. El club anunció su fichaje el 27 de septiembre, y fue presentado un día después en el Estadio de Gran Canaria. En estos 38 días de trabajo ha jugado 4 partidos de liga, y en los cuatro cayó estrepitosamente (sólo se salva el 1-4 copero ante el Deportivo): Barcelona (3-0), Celta (2-5), Villarreal (4-0) y el propio Depor (1-3). El balance no puede ser peor, pues sólo ha anotado tres goles y ha encajado 15. Tras el partido del Barcelona, marcado sin duda por el referéndum, vino un parón de selecciones que no aprovechó. El equipo no coge automatismos. Perdido. Sin alma. Hundido. No se le conoce una idea de juego, pendiente como parece de que Jonathan Viera coja la pelota y decida por sí mismo. Está lesionado y no juega mañana. Y ahora su entrenador se juega la vida en el peor escenario posible.
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