La transformación de Ricky
El base ha cambiado completamente la forma de afrontar los partidos y está jugando al mejor nivel de su carrera. Todo empezó el pasado mes de enero.
Su primera aparición en Utah impresionó al mundo del baloncesto. El pelo engominado, la barba poblada y los leones en el brazo. Ricky Rubio había cambiado. Y su aspecto era solo el principio. La temporada que viene esperaremos a este nuevo Ricky, escribí en la última línea de un artículo titulado 'Así es el nuevo Ricky' el pasado nueve de abril. Y es que para entender la transformación del ahora base de los Jazz nos tenemos que remontar hasta enero de 2017.
Los Wolves recibían a los Magic en el Target Center. Partido número 48 de la temporada 2016/17. Aquel día, el genio de El Masnou (su apodo de toda la vida) puso la primera piedra. Cerró el encuentro con 22 puntos (mejor marca de la temporada en su momento), ocho rebotes y ocho asistencias, y no fue ninguno de esos números el que captó la atención de aficionados y periodistas. Ricky lanzó nueve triples por primera vez, y anotó seis (también récord personal). Aquel fue el primer día del nuevo Ricky.
Después de cuatro partidos que nos hicieron soñar con una versión más valiente, llegó el valle. Habíamos visto la primera beta.Y hasta marzo no encontramos la segunda: más atrevida, más preparada y mucho más completa. En un periodo de 18 partidos, Ricky igualó/superó los 10 tiros de campo en 17, cifras a las que no nos tenía acostumbrados (esa misma temporada le costó 27 partidos superar por primera vez la decena). Encadenó cuatro partidos de 20 puntos (primera vez en su carrera), superó la treintena (33 vs Lakers: su mejor partido NBA), batió el récord de los Wolves en asistencias (19)... Promedió 17,7 puntos. Fue entonces cuando lo supimos (y de ahí aquel artículo): había llegado un nuevo Ricky.
Los Wolves le rompieron el corazón
"Mi filosofía es no culpar a los demás por lo que hacen. Lo han hecho porque han creído que era lo mejor para ellos. Claro que, sin ser mentirosos, te da rabia que no te hayan valorado como te tenían que valorar. Pero por fin voy a un sitio en el que sí me van a valorar de esa forma", me dijo el base este verano en una entrevista en la que charlamos sobre lo que es y cómo se vive desde dentro un traspaso NBA. Ricky conocía perfectamente el mundo de los rumores, llevaban años persiguiéndole tanto a las puertas del mercado invernal (febrero) como en los largos verano sin post temporada (nunca ha jugado unos playoffs). Y, como tantos otros jugadores, se había acostumbrado a aquellos cantos de sirena. Pero, claro, el momento nunca es fácil. Y menos después de seis años en los que Minnesota se convirtió en un segundo hogar.
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Llegaba a Utah Jazz, una franquicia con talento joven y un recién nombrado All Star que andaba algo atascada dentro de su propia evolución. Y con el gen competitivo que caracteriza a los mejores profesionales, Ricky asumió el nuevo reto con ganas. Ganas de seguir con su proceso de cambio, ganas de mejorar, ganas de demostrar que merecía más.
Hayward, otro palo antes de empezar
La aventura no empezó con buen pie. Los Jazz metieron a Ricky en un avión para estuviera presente en la reunión de la franquicia con Gordon Hayward. Tenían que conseguir que su estrella se quedara y querían demostrarle lo que podían conseguir con el nuevo proyecto. El base español estuvo allí junto con otros compañeros y habló con el alero, pero aquella moneda no cayó de su lado. Hayward eligió cambiar de colores, cambiar de conferencia. Fichó por los Boston Celtics y aquel proyecto con el que soñaban los Jazz dio un nuevo giro. Se quedaban sin su máximo anotador, sin su gran estrella.
Líder de un proyecto ganador
La franquicia de Salt Lake City cayó en las proyecciones. Nadie creía que aquel ataque pudiera funcionar sin Hayward. Y el papel de Ricky Rubio pasó de muy importante a capital. No solo tenía que ser el base, el organizador. Tenía que ser el líder veterano (a sus 27 años) que tira del equipo en los momentos difíciles. Junto con Rodney Hood, Joe Ingles y Rudy Gobert sería el encargado de relanzar el proyecto de los Jazz.
Tras ocho partidos con la camiseta de Utah, Ricky ya ha enseñado su nueva y definitiva versión, el siguiente paso de aquella beta. Sus 30 puntos de ayer, los triples en transición, la confianza para lanzar y anotar el tiro decisivo... Juega dentro del sistema y defiende como siempre (nunca tuvo problemas), pero se atreve. Se atreve con todo. Confía en su lanzamiento como nunca antes lo había hecho y cuenta con el apoyo y tanta confianza o más de cuerpo técnico, oficinas, compañeros... Todos le miran a él, le piden a él. Y está respondiendo. Todo fruto del trabajo de un jugador con ganas de demostrar, tanto al mundo como así mismo, que puede más porque quiere más.
En los ocho partidos que llevamos de temporada, Ricky ha superado seis veces los 15 puntos y tres veces los 20 (seguidas). Acumula los mejores números de su carrera en puntos por partido (17,5), porcentaje de tiro (43,7%), cantidad de tiros lanzados (12,9) y anotados (5,6), porcentaje de acierto desde el triple (37,2%), cantidad de triples intentados (5,4) y anotados (2 por partido), porcentaje de efectividad del tiro (51,5%), tiros libres anotados (4,3) y porcentaje de acierto desde la personal (92%). Y además está anotando un +52% en esos tiros de media distancia que siempre han sido parte fundamental de su juego.
La temporada que viene esperaremos a este nuevo Ricky, decía. Y ha llegado.
Para la elaboración de este artículo se han utilizado datos de Basketball-Referece, ESPN y NBA Stats.