El Milán sale vivo de Atenas
Los de Montella se llevaron un empate ante el AEK y pudieron ganar en un disparo al poste de Montolivo. Los griegos fueron mejores en la primera parte. Buen Suso.
El Milán dio muestras de su mal momento de forma y salió mejor parado de lo que por juego pudo ser de una dura visita al AEK de Atenas. El conjunto italiano lo pasó francamente mal en el primer tiempo. Jugando con un blanco que recordaba a aquel que usó cuando pasó por encima del Barcelona en la final de la Copa de Europa en Atenas, precisamente, hace ya más de dos décadas, los rossoneri volvieron a evidenciar todos los problemas que les tienen sumidos en una medianía desesperante. La ausencia de Biglia la ocupó Montella con un doble pivote Montolivo-Locatelli, dos mediocentros de buen pie pero mejorables en aspectos defensivos.
Por ahí sufrió el conjunto milanista cada vez que perdió la pelota. El AEK, bien parapetado según el librillo de su técnico, Manolo Jiménez, buscó las salidas en velocidad cada vez que robó el balón, algo que sucedió en innumerables ocasiones. Galo disparó en una de ellas pero la pelota se fue cruzada, igual que ocurrió con el carrilero del otro lado, Lopes, que también se incorporó con peligro cada ve que pudo. En una jugada de estrategia, al borde del descanso, pudo igualmente anotar Christodolopoulos, aunque su tiro peinó también el poste ante la estirada inútil de Donnarumma.
El Milán estaba obligado a cambiar. Montella miró al banquillo y metió al mejor argumento para darle la vuelta a su equipo: Suso. La presencia del zurdo gaditano enseguida se notó sobre el césped. Dos pases interiores brillantes mejoraron al Milán, que incluso pudo ponerse por delante con un disparo de Montolivo que se estrelló en el poste. El encuentro pasó a ser propiedad de los italianos, mucho más metidos en campo contrario que antes de la entrada de Suso.
El AEK se estiró mucho menos que en la primera parte, pero también amenazó con Livaja y Araujo. Sus acometidas cada vez fueron más esporádicas, aunque llegaron a comprometer a Donnarumma. Especialmente una de Johansson en los últimos minutos que hubiera hecho justicia ante un Milán contemplativo y que sólo tuvo 20 minutos de inspiración, los que le ofreció Suso nada más salir. Muy poco para un grande de Europa.