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Messi sobrevive callando

México

Lionel Messi vio el abismo argentino y de su susto sacó las fuerzas que ahora lo han hecho héroe en su país.

Es el mejor jugador del mundo por eso, por saber que no puede hacerse cargo de un equipo diciéndolo, lo tiene que hacer haciéndolo.

En eso se diferencia, como en tantas cosas, del otro superhombre, ya exfutbolista también, Diego Armando Maradona. Este obligaba a los demás a sentir, antes de salir al campo, que era la solución, cuando tantas veces fue el problema. Pero hablaba tanto, se tocaba tanto el pecho en el lado del corazón, que los demás salían confiados: esto lo arregla el Diego.

Messi no hace nada, no dice nada antes, toma conciencia del peligro y se lanza como un niño por el pasillo del colegio, huyendo del suspenso. Él mismo lo contó después del partido en Ecuador, allá arriba de la tierra. Cuando vio el 1-0 en el marcador pensó en su gente, quizá en la gente de su barrio.

Él dijo que la eliminación no la merecían ni el grupo ni la gente ni el país; pero quienes conocen la adscripción de Messi a la vida de Rosario saben que el enano, como lo llama Di María, y deben llamarlo otros, se estaba refiriendo a los chicos que ya son adultos en el campito, allá donde se encuentran los antecedentes de su calidad, hecha contra toda evidencia.

El enano no es tan alto ahora, pero las mata callando, literalmente. Fue excepcional que al final de esa necesaria victoria, que él levantó a pulso, hablara tanto, pero es que tenía algo que decir: que el fútbol argentino, es decir, él mismo, no se merecía esa decepción. ¿Por qué es tan bueno Messi, por qué las manta callando? Porque no está en el fútbol para hablar de lo que hace, sino para hacerlo. En eso también se diferencia con Maradona, y con algunos otros.

Pero sobre todo es mejor que los otros porque no desdeña el silencio en el campo, no da órdenes sino con las cejas, no se convierte en protagonista sino frente a la pelota. La pelota es su desafío.

Los que creían el otro día que se iba a rendir no saben que lo que su abuela quería de él era precisamente eso, que jugara para ganar pero que no humillara a los otros cuando marcara los goles.

Que después de tantos goles los siga celebrando dirigiéndose a ella no significa una gran memoria noble; significa que sigue creyendo de veras que ella le ve jugar.