Undiano se suma al festival del desatino de Espanyol y Levante
El árbitro decretó un más que discutible empujón de Gerard sobre Luna y evitó el 1-0. Pericos y granotas contaron con más ocasiones que fútbol.
Aunque se plantaba en Cornellà con un gol más que los pericos, arrastraba dos jornadas el Levante sin marcar y, sobre todo, sin que en toda la Liga lo hubiera hecho ninguno de sus delanteros. Y no solo no rompió la racha, sino que se la contagió a un Espanyol que venía de endosarle cuatro tantos al Deportivo en su anterior choque en casa. Y por si el desacierto de ambos equipos no fuera suficiente, se unió al festival Undiano Mallenco, con dos decisiones discutibles.
Se ponía de manifiesto el desatino ya a los tres minutos cuando Ivi, que tendría una ocasión aún más clara al inicio del segundo tiempo que desbarató Pau, enviaba fuera el primer remate del partido. Y más clara sería la doble oportunidad del Espanyol en el 10': primero Jurado y luego Baptistao tuvieron el primer gol. El brasileño, no en vano, volvería a perdonar a la hora de encuentro, al desaprovechar un rechace tras un chut, esta vez, de Gerard. El no va más fue la tercera acción de gol doble, a los 75 minutos, con un chut al palo de Darder seguido de un cabezazo de Sergio García que desvió Raúl 'in extremis'.
La fiesta del desatino la culminó Undiano. En la primera mitad obvió un probable penalti por mano de Nano, discutible. Y en la segunda, a menos de diez minutos para el final, anuló un gol de cabea de Gerard al decretar que había empujado a Luna. Ni que decir tiene que la decisión desquició a Cornellà.
Paradójicamente, visto el marcador, fue un partido más de ocasiones que de fútbol. Aunque esto también podría explicar la falta de puntería: ni se lo acabó de creer un Levante que atacó a latigazos, con llegadas muy claras que nacieron en su mayoría desde la banda de Luna e Ivi, ni un Espanyol que frenó su crecimiento. Justo el día en que el rival le cedía el protagonismo, demostró que sigue funcionando mejor con transiciones rápidas que madurando con paciencia. La que acabó de perder con el árbitro.