Bruno, vuelve pronto
El Villarreal empató en Tel Aviv sin brillo en el estreno de Calleja. Penalti no señalado a favor del Maccabi. Castillejo, suplente, tiró al palo en el 76’. Debutó Ramiro.
Cuatro días son pocos para calificar el trabajo de Calleja, pero dos meses sí son suficientes para confirmar que este Villarreal está lejos de lo que fue. Definitivamente la ausencia de Bruno se está atragantando más de lo que se podía suponer. Escribá no ha sido más que un pagano de su inoportuna lesión. El capitán, fuera hasta octubre, no sólo es el alma de este equipo, su pulmón y su cerebro; él es el director que toda orquesta quiere tener. Los instrumentos de este Villarreal son parecidos a los de antaño, más allá de algún que otro cambio en la percusión, pero el sonido que emiten en este arranque es más ruidoso que celestial. Bakambu fue de principio a fin el único brote verde. En Israel hubo otro concierto sin brillo. Por eso se esfumó la posibilidad de alejarse con el liderato en solitario en la mano.
Tras su personalidad a la hora de elaborar la convocatoria, Calleja también sorprendió en su estreno con el once en Tel Aviv. Tiró de la fiabilidad de Bonera en detrimento de Álvaro, apostó por la continuidad de Fornals pese a su frialdad inicial y dio la alternativa a Ramiro, su mediocentro de cabecera en el filial. El central sobresalió. Como siempre. El extremo se mostró algo más suelto. Por fin. Y el canterano, tímido al inicio, mostró jerarquía hasta el final. El arranque de partido hizo torcer el gesto a la buena gente del Villarreal, hasta que Trigueros y Bakambu se desperezaron y comenzaron a aparecer. Suyas fueron las grandes ocasiones de un primer tiempo en el que el colegiado castigó a Blackman con una amarilla cuando en realidad debió concederle un penalti. El derribo de Jaume Costa pareció tan imprudente como claro. El Maccabi fue de más a menos. Dejó mejores detalles con balón que sin él. Atar pudo marcar en una jugada personal lo que hubiera sido un excesivo premio.
La segunda mitad trajo pocas novedades que alteraran el tedio general. Con Soriano se gana juego entre líneas en el Villarreal, pero siempre y cuando esté en plenitud. Otra vez su aportación pareció de pretemporada. El italo-alemán intentó ser, sin éxito, la pausa que este equipo necesita ante sus problemas para implantar un ritmo regular y lograr un dominio constante. Estuvo lento y espeso. Bacca, con tanta imprecisión, tampoco colaboró a la armonía añorada. Ese fútbol trabado fue lo que llevó a Calleja a echar mano de Castillejo, el jugador más en forma del Villarreal. Él fue el más listo ante un Maccabi que ya sólo se agitaba gracias al aliento de la grada. El extremo entendió que el campo era un patatal y casi logra la victoria en el 76’ con un tiro envenenado desde el más allá. Ni por esas. Su latigazo pegó en el palo ante la temeraria estirada del portero. El empate era inamovible, sabe a poco y deja varias lecturas dolorosas con el calendario que hay encima. Una: Castillejo no puede tener ni un día libre. Y dos: Bruno, vuelve pronto. Lo pide la afición y lo suplica Calleja.
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