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Athletic ATH
1
Raúl García 91'
Atlético ATM
2
Correa 54',Carrasco 72'
Finalizado

ATHLETIC 1 - ATLÉTICO 2

El Atleti acelera en San Mamés

Correa y Carrasco firman una importante victoria ante el Athletic. Raúl García recortó distancias en el descuento. Protagonismo de Estrada Fernández.

MadridActualizado a
El Atleti acelera en San Mamés
VINCENT WESTREUTERS

Del Wanda Metropolitano se había llevado el gol pero no el aplauso. Pesaba junio, su coqueteo inglés, ese porcentaje, seis sobre diez. Todo eso, más que sus goles, los de Griezmann, que seguía siendo el mismo, pero un runrún le rodeaba. Es Griezmann, pero... Es Griezmann, pero... Pero ayer visitaba San Mamés, campo fetiche, para sacar su capa como si fuera bandera y espantar toda duda y quizá. Treinta y cinco minutos de confiarse le dejaría al Athletic antes de sacarla.

Treinta y cinco minutos donde dominó más el Athletic pero tuvo más amenaza un Atleti que estrenaba camiseta, la azul camuflaje y letras rosas que es bonita pero rara. Tanto como mirar al centro y que Thomas sea Tiago y Saúl, Gabi. Gabi y Tiago, el infinito tanto; uno retirado, el otro en el banquillo, tú mayor de repente. Tan mayor como lento estuvo San José cuando, a los diez minutos, recibió un balón en el corazón del área. La vida que a veces pasa ante los ojos de un futbolista cuando está ahí, ese mientras piensa y va a golpear salvó al Atleti y a Oblak de la más peligrosa: se la rebañó Godín de la pierna con limpieza quirúrgica cuando estaba listo, cuando ya sabía adonde rematar para matar.

Fue después de una volea de Raúl García que Oblak detuvo en dos tiempos cuando el Atleti equilibró el campo consciente de una única verdad: un fallo sería morir, jaque mate. Con Giménez en el lateral derecho pendiente de cada balón por alto, sin Williams y con Godín convertido en sombra de Aduriz, literal, el peligro del Athletic se concentraba, sobre todo, en unas botas, las de Muniaín. Algo lógico. Lo inesperado fue por dónde empezó a descoser el Atleti el partido: la izquierda de Gaitán.

Parecía no estar pero estaba y, de pronto, se fue en slalom a la portería de Kepa Arrizabalaga y estampaba un balón en el palo que despertó a su equipo, y a Griezmann. Que estaba en su campo fetiche, lo dicho, el reloj decía treinta y cinco e iba a quitarse de encima a Unai Ñúnez para empezar a demostrarlo. O intentarlo, porque enfrente tenía a Arrizabalaga, 22 años y un 1,86 de porterazo, que le detuvo un mano a mano. Pronto pediría foco Oblak.

Porque Filipe derribó a Raúl García en el área (desde un ángulo claro; desde otro, dudoso) y Aduriz agarró el balón mientras Oblak esperaba tranquilo bajo sus palos. Porque daba igual que Aduriz tirara fuerte y arriba, tirara bien. Enfrente estaba él, San Jan. Él y sus guantes: en su portería ya no entran los penaltis. Salto felino y balón despejado. Ya ha detenido seis de diez. Héroe las 24 horas del día, todos los días, mejor portero del mundo.

Al descanso, San Mamés engulló los bocadillos de la cena con la electricidad aún en el aire. Nada más comenzar la segunda parte se cerrarían todos los estómagos de golpe. Si Griezmann seguía llenando de chispas el estadio en cada carrera, San José e Iturraspe se deshacían ante Thomas, Saúl y Koke como si la primera parte, y los balones a Muniaín, fuera de otro partido, de otra vida. Ziganda, consciente, llamó a Beñat y Williams, pero lo hizo 60 segundos tarde: sólo vieron de más cerca, desde la banda, la penúltima maravilla de Griezmann en San Mamés. Fue un toque sutil y un balón al hueco brutal para la carrera de Koke. Al llegar a Kepa, pausa. Y pase de la muerte atrás, allá donde llegaba Correa para marcar a placer. 0-1, el jaque mate.

Y todavía quedaba otra, la última. Otra después del segundo gol que le anulaban (mal, por cierto), ahora asistencia. Tan exquisita, tan brutal: recibe de espaldas con el pecho y a la media vuelta, como si su melena rubia tuviese ojos, envía el balón al pie de Carrasco para que el belga lo cruce y haga el 0-2 ante un Athletic, una vez más, derruido por un francés que creció en Zubieta. Hubo quién, entonces, abandonó San Mamés, negando, pero antes del final aún habría un gol anulado a Williams y otro, legal, de Raúl García, el primero al Atleti desde que se fuera, ese con el que, ya sí, cerraría ayer San Mamés, maison de Griezmann.

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