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CHAMPIONS LEAGUE

El Qarabag, entre el exilio, la guerra y la propaganda

El primer club de Azerbaiyán en Champions debió huir de su ciudad natal a causa de la Guerra del Nagorno-Karabaj. Hoy, está patrocinado por el régimen de Ilham Aliyev.

El Qarabag, entre el exilio, la guerra y la propaganda

A Agdam la llaman la 'Hiroshima del Cáucaso'. Es una ciudad fantasma, ubicada a 266 de Bakú, la capital de Azerbaiyán, enclavada en el corazón del montañoso y sinuoso Nagorno-Karabaj, una provincia azerí conformada por ciudadanos de origen armenio y condenada a la aflicción. En Adgam germinó el Qarabag, fundado en 1951, en pleno estalinismo, acogido en el Estadio Imarat. Tras años de vaivenes, llegó la desintegración de la Unión Soviética, y con ella, la independencia de las naciones que la conformaban, incluida Azerbaiyán y su Enero Negro.

Tanto Armenia (por mayoría étnica) como Azerbaiyán (por jurisdicción legal, herencia de la distribución geográfica soviética) reclamaban la soberanía del Nagorno-Karabaj. La masacre de Jodyalí (600 civiles azeríes) descorchó la guerra después de años de disputas territoriales, alentadas por la independencia y la constitución de dos nuevas naciones sin el manto de la Unión Soviética. En la 'Guerra del fútbol', Kapuscinski relató cómo en su viaje a Nagorno-Karabaj, en los días posteriores al armisticio, vio más de 20 rifles que apuntaban hacia él, mientras los oficiales intentaban discernir su nacionalidad y sus intenciones; todo en un escenario tétrico, las ruinas de un edificio gubernamental y las paredes tapizadas de impactos de bala.

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Getty Images

El conflicto acabó con Agdam, que ya recibía bombardeos furtivos desde 1988, y con el Estado Imarat, que fue impactado en dos ocasiones, ninguna con público en su interior. Los cañoneos, rutinarios, sorprendieron una noche de 1992 al centro entrenamiento del Qarabag. Los jugadores, a llegar por la mañana, levantaron los escombros y comenzaron con la práctica. Musviq Kuseynov, capitán del equipo en aquellos años, revivió en un reportaje de The Independent cómo podía vivir para el fútbol mientras los misiles volaban sobre su cabeza: "Cada minuto sabías que podría caer una bomba y te cambiaría la vida". 

La muerte, las ruinas, el miedo. El Qarabag se unió a la lista de desplazados, refugiados de la guerra. Un alto al fuego fue acordado en 1994, pero la pólvora sigue regada y en Agdam solo habitan fantasmas. La retirada, el exilio, fue un golpe bajo, uno de los tantos, para los aficionados del Qarabag, que se aferraban al equipo como su último vestigio de identidad, como aseguró al Independent Shahid Kasanov, excapitán: "El equipo era nativo de Agdam. Era especial para todos. El equipo era suyo". 

Allahverdi Bagirov entrenó al Qarabag durante la década de los 80. Kuseynov, citado por el periodista azerí-escocés Fuad Alakbarov, le recuerda con cariño: "Nos enseñó a ser honestos y amables. Era un gran modelo para todos". Bagirov también era un guerrillero. Cuando estalló la guerra, creó un batallón y, reza la historia oficial de Azerbaiyán, salvó a 1,003 refugiados de la matanza de Jodyalí mediante un intercambio de rehenes. El reportero de guerra Emin Eminbeyli explicó el episodio para el sitio Futbolgrad: "Un soldado armenio le dijo a Bagirov que esperaba nunca encontrarlo en un frente opuesto en pleno combate". Bagirov murió el 12 de junio de 1992 cuando su automóvil pasó sobre una mina terrestre. En la Azerbaiyán de los Aliyev, es considerado un héroe nacional. En el Qarabag, hoy cobijado por el régimen de Bakú, es una marca indeleble, una cicatriz que recuerda de dónde viene, a dónde llegó, qué representa. 

El Qarabag es el primer equipo de su país en jugar el máximo torneo de clubes de Europa. Stamford Bridge y el todopoderoso Chelsea serán los padrinos. Hoy día, el equipo es auspiciado por la empresa energética estatal Azersun, controlada por los hermanos Gozal, de origen iraní, beneficiarios predilectos del presidente lham Aliyev, antiguo ejecutivo de Azersun y dirigente de un gobierno severamente criticado por Amnistía Internacional por sus reestricciones a las libertades individuales. Afincado en la moderna y bursátil Bakú, el Qarabag no ha dejado de prestar atención a los refugiados de la guerra; The Guardian reportó en una pieza publicada en 2014 que, hasta entonces, enviaba autobuses a los campos de exiliados para llevarlos a ver los partidos del equipo. Pero Agdam aún sigue lejos.