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Atajos del Barça contra sendas sobre vidrios rotos del Espanyol

México

La semana política más tensa en Barcelona no podía acabar de otra manera en la capital catalana que no fuera con esa dualidad entre la prisa y la seguridad. Se plantó el Espanyol serio en el derbi, alternando presión alta y baja como olas que pretenden marear o al menos erosionar la creación rival, pero lo ganó el Barça como casi siempre en un par de ramalazos. En un fuera de juego evidentísimo nació el 1-0 y en un desafortunado rebote del balón en Diop, el segundo. Porque, presupuestos e individualidades a un lado, lo que decantó el derbi fueron los caminos tomados con el gol como destino. Atajos en el caso de los azulgrana y caminos a menudo kilométricos y trazados sobre vidrios rotos en el caso del Espanyol. Con ese 2-0 en el marcador, envió Piatti un balón al palo, perdonó otro chut ante Ter Stegen y un tercer remate franco de Baptistao impactó en Umtiti. Luego, el 3-0 y una goleada exagerada.

Pero el camino hacia el gol no consiste solo en esos metros, sino todo el recorrido. Quizá Quique lo tuvo tan claro en defensa como las dudas que sembró en ataque. Pese a la derrota, no se comportó Pau como mal recambio de Diego López. Hermoso, sorprendente titular en lugar de Naldo, estuvo más que correcto  a sabiendas de que se trataba de su debut en Primera. Y Aarón, hasta donde pudo, frenó a Deulofeu. Pero Piatti y Darder se comportaron tan bien de refuerzos de los laterales como desubicados a la hora de atacar. El argentino, a banda cambiada. El catalán, de estreno, lejos de su posición ideal. Lo opuesto a los atajos. Y el resultado, una vez más, no captó la verdad completa del derbi.