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Philadelphia Eagles

Carson Wentz te pone el corazón en un puño... y gana

El quarterback de los Philadelphia Eagles es uno de los jugadores más divertidos de ver toda la NFL por su capacidad para lo mejor y también para lo peor.

Actualizado a
Sep 10, 2017; Landover, MD, USA; Philadelphia Eagles quarterback Carson Wentz (11) scrambles with the ball as Washington Redskins linebacker Zach Brown (53) chases in the fourth quarter at FedEx Field. The Eagles won 30-17. Mandatory Credit: Geoff Burke-USA TODAY Sports
Geoff BurkeUSA Today Sports

Los Philadelphia Eagles han ganado por 30 a 17 a los Washington Redskins en el primer partido de la temporada regular. Es un resultado muy importante porque se trata de los dos equipos de la NFC Este llamados a ser alternativa a los Dallas Cowboys y los New York Giants, porque jugaban en casa de sus rivales y porque a los grupos jóvenes es a los que más afecta el comenzar bien. Todo en orden.

Es importante, también, porque viene a demostrar algo que se intuyó el año pasado y que puede convertirse en una verdad asentada en la NFL esta campaña, y no es otra que Carson Wentz se puede convertir en uno de los jugadores más divertidos de ver de toda la liga.

El quarterback de los Philadelphia Eagles es un espectáculo completo. Tiene esa capacidad para sorprender, para salir de situaciones endemoniadas con la corbata y la chaqueta en su sitio, con el tupé sin despeinar, tanto como la tiene para cometer errores por culpa de su absoluta fe en sí mismo que le lleva a correr riesgos innecesarios. En ese sentido emparenta con tantos y tantos pasadores que se llevaron el cartel de pistoleros con ellos. ¿Estáis pensando en Brett Favre? Yo sí, desde luego. Y nada más lejos de mi intención comparar a Wentz con la gigantesca leyenda de Favre, sólo subrayar que, muchas veces, las sensaciones que me produce verle son muy parecidas.

Las estadísticas básicas del partido no lo cuentan. Dicen que consiguió 307 yardas en 26 pases completados de 39 intentados, dos touchdowns y una intercepción. Vale.

Lo realmente importante fue verle en los momentos en los que el encuentro estuvo igualado, que fueron casi todos, y esos ratos de la primera parte en la que lo mismo te hacía saltar de alegría que llevarte las manos a la cabeza.

Saliendo de dos placajes imposibles en el pocket para pegar un pase en tercer down digno del mismísimo Aaron Rodgers, seguido de un balón lanzado hacia atrás, sin toque alguno, que no acabó en desastre de puñetera casualidad, de un misil teledirigido perfecto a un intentional grounding, de un drive en el que duplica el campo a lo ancho para encontrar petroleo en todas las esquinas a un pick six, o un fumble perdido.

Todo a la vez.

El partido contó con muchas más claves, como la gran línea defensiva de los Philadelphia Eagles poniendo el punto y final en el momento exacto, amén de su capacidad para anular por completo el juego de carrera de los Redskins. Y habrá muchos días en que el equipo de Doug Pederson tenga que sufrir por algún error de valiente de su quarterback, pero, la verdad, qué cosa más divertida de ver.