EUROBASKET | TURQUÍA 56-ESPAÑA 73
Sergio y Ricky apagan el infierno turco: España, a cuartos
La Selección supo sufrir para doblegar a un combativo equipo otomano. El base del CSKA finalizó con 11 puntos y el de los Jazz, con 15. Alemania, próximo rival.
España tuvo que trabajarse 36 minutos su clasificación para cuartos de final del Eurobasket. Una Turquía kamikaze, con momentos de presión por toda la pista, le tuvo seriamente preocupado y, por momentos, se temió lo peor en medio del rugido de la marabunta del Sinan Erdem. Pero cuando peor se pusieron las cosas (43-46), España sacó magia y carácter. El talento lo puso Sergio Rodríguez, jugador que prefiere vivir en un segundo plano pero cuyo baloncesto obliga a ponerlo en los titulares. El canario vive un momento de esplendor que se transmite en su clarividencia en la pista. Sergio sacó a España del colapso. Donde nadie veía un pase, él encontró soluciones. En Juancho, en los Gasol. Y en un inesperado socio final. Ricky olvidó sus errores en el lanzamiento del primer cuarto y terminó de apagar el fuego turco con sus triples en el último cuarto. El resultado final, 56-73, no refleja qué pasó realmente en el barrio de Bakirkoy, donde la temperatura subió físicamente durante el partido y por momentos hubo fe real en la victoria. Los expertos no preveían apuros en España. No los hubo finalmente pero el baloncesto tiene intangibles que por un momento pusieron el partido en un carril peligroso para España. Una prueba de madurez que la Selección supo jugar y aprobar. En el camino ahora espera Alemania.
Al descanso, 25-33
No se puede decir que España saliera con la cabeza en otra cosa. Ricky anotó un triple en el primer ataque y luego robó un balón que Navarro convirtió en bandeja fácil (0-5). Aunque España empezó a manejarse pronto en ventajas cómodas, su ataque se espesó. También le atmósfera en el Sinan Erdem, que detectó algún tipo de fragilidad en España. Gracias a la clarividencia de Sergio para encontrar a los pívots, se abrió una brecha de doce puntos en dos ocasiones (12-24 y 16-28). España, que había sacado del partido a Sanli con tres personales y a Osman, vio de pronto cómo su diferencia iba menguando por su mal porcentaje en el tiro (23% en el triple al descanso), su fragilidad en el rebote y el factor Korkmaz, otra de las nuevas sensaciones del baloncesto turco. La media del torneo hablaba de una diferencia brutal entre las dos selecciones en rebote (27-46) y al descanso, los de Sarica habían cogido más rebotes que España. Osman anotó su primer triple y, entonces, sí, hirvió el Sinan Erdem Spor Salonu. Con 25-29, Navarro anotó una canasta de carácter y Gasol rascó unos tiros libres que le dieron aire a España. Al descanso, 25-33 con la sensación de partido cerrado, difícil de masticar.
Sergio y Ricky apagan el infierno turco: España, a cuartos
Sergio, al rescate
Osman calentó la reanudación con un triple que dejó 28-33. Turquía extremó su plan. Pasión al extremo, defensa a toda pista y agresividad. Manos y cuerpo a cuerpo que fueron empequeñeciendo a la Selección. Sarica, vehemente entrenador turco, quiso comprobar hasta dónde llegaba la autoridad de los árbitros y puso el pabellón en carne viva cuando con 35-40 y después de una falta a Marc, se le señaló una técnica. Sergio salió con una bombona de oxígeno. Su triple sobre la bocina al final del tercer cuarto apagó una revolución que parecía inevitable. Turquía se había llegado a acercar 43-46.
La aparición de Ricky
Por momentos, el ruido se volvió insoportable. A lomos de un Korkmaz imponente, Turquía ya había decidido no rendirse, luchar hasta donde le aguantase la energía, que fue exactamente hasta el minuto 37. El último cuarto empezó con un tapón imperial de Gasol a Erden, que el pívot de Sant Boi celebró con sus compañeros de banquillo ya como un triunfo. Pero hubo que sufrir unos cuantos minutos más. Sergio encontró socios. Juancho, los Gasol y, finalmente, uno insospechado. Ricky se olvidó del 25% que adornaba su estadística de triple y le puso el descabello a los insurgentes turcos. Fue una batalla bella, jugada con pasión y en la que España, pese a sufrir y no sacar su mejor baloncesto, jamás se arrugó. La Selección tiene mucho baloncesto, pero también una pasión inagotable.