El boquete que Dont'a Hightower crea en los Patriots

Lo peor del primer partido de la temporada nunca es la derrota. Aún en una liga tan corta como es la NFL el perder un partido al principio de la temporada nunca tiene marchamo de definitivo. Ni siquiera de preocupante. Los New England Patriots han perdido con los Kansas City Chiefs y tampoco se acaba el mundo. Lo pero es, sin duda, las lesiones.

Puede ser que la tendencia actual de no usar a los titulares en exceso en la pretemporada tenga que ver con la plaga de lesiones graves que vemos en las primeras semanas de competición entre nombres muy importantes. A fin de cuentas, las estrellas son las que menos rodadas están de cara al primer partido del año; apenas si han visto el campo en agosto.

En el encuentro de ayer pudimos ver, por ejemplo, como Tyreek Hill, el receptor principal de los Chiefs, se retiraba con calambres, como Marcus Peters padecía el mismo mal, como Eric Berry sufría una lesión de aquiles que pinta a que es para toda la temporada, aunque hoy tendremos la confirmación (ojala no) a ese respecto, como Danny Amendola se iba con una conmoción cerebral, y como Dont'a Hightower se hacía daño en su rodilla.

Es evidente que cada una de esas lesiones es un asunto individual. Unos son malos golpes, otros son mala suerte, otros mala preparación. Lo que pasa es que son ya muchos años viendo como en septiembre hay una tendencia a que los grandes titulares sean los que ocupan la lista de grandes lesionados. Y no parece que sea casualidad.

De los nombrados por parte de los Patriots, la baja de Dont'a Hightower es de las que debe preocupar mucho al equipo. Y lo hace.

A falta de siete minutos para concluir el tercer cuarto, Hightower quedaba atrapado entre los bloqueos de las líneas defensivas y ofensivas y se tenía que retirar del partido. En ese instante el marcador señalaba un 21 a 17 a favor de los Chiefs. Las cosas no estaban saliendo a pedir de boca para la defensa de New England, desde luego, y aún así se estaban manteniendo con cierta dignidad.

Lo que sucedió tras su marcha es que se creo un hueco gigantesco que el grupo de entrenadores capitaneado por Andy Reid y Alex Smith aprovecharon con avaricia. En el lugar de Hightower se colocó Kyle Van Noy y empezaron a llover las big plays.

El también linebacker Cassius Marsh tuvo que perseguir a Kareem Hunt desde la línea de scrimmage y se comió un touchdown de 78 yardas. Es Van Noy el que no puede parar al propio Hunt en el siguiente touchdown de Kansas City, este por tierra. Para rematar la faena, es Hunt el que pasa al lado de Van Noy, que nada puede hacer, para la carrera de 58 yardas que ponía las bases de una tercera y última anotación en esa fase del partido.

El cuerpo de linebackers de los Patriots desapareció, pues, con la marcha de Hightower. Ya la línea defensiva había mostrado signos preocupantes, y es cierto que Stephon Gilmore se comió el TD de Tyreek Hill sin una explicación más aparente que la mala comunicación con Devin McCourty, así que culpar del descalabro defensivo sólo a una unidad o a la lesión de un jugador es una simplificación que no estoy haciendo.

Lo que sí es evidente es que cuando Hightower se tuvo que retirar, con él lo hizo toda la defensa de los New England Patriots, y al ataque le quedó un papelón imposible.

En este equipo no existe nada como una estrella insustituible. Hasta sin Tom Brady han sabido sobrevivir, y con notable, con victorias jugando con Matt Cassell, Jimmy Garoppolo o Jacoby Brissett al mando del ataque. Así que aún en el caso, no confirmado, de que tengan que estar alguna semana sin él, sabrán hacer honor a su filosofía de que pase el siguiente y haga su trabajo. Sin embargo, el cuerpo de linebackers, así como el pass rush, eran dos puntos que preocupaban de esta plantilla y lo que vimos ayer sin su mejor hombre del front seven en el campo demostró el por qué. Los New England Patriots tienen un señor boquete sin Dont'a Hightower.