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Cristiano, Messi... y el Cholo

México

Siempre citamos a Cristiano y Messi como los nombres decisivos de nuestra Liga, los que le dan interés universal. Pero hay un tercer hombre en nuestro campeonato, Simeone, cuyo eco, por supuesto, es menor, pero que no desmerece de los dos anteriores en su influencia en el equipo. La de Cristiano y Messi es bárbara, por goles los dos; el primero, también por su capacidad para comunicar intensidad; el segundo, también por el juego que irradia, juega y hace jugar. Dan títulos, muchos títulos. Pero el empujón que dan a sus equipos es menor, o así me lo parece, que el que le da partido a partido Simeone al Atlético.

Llegó en diciembre de 2011, en circunstancias de desconcierto en el club. Acaba de alargar su contrato hasta 2020, lo que toda la grey atlética ha acogido con júbilo. Con su pasión de enamorado y su abnegación de fogonero ha hecho del Atlético algo grande, similar si no superior a lo que fue el club en sus mejores épocas, que quedaban ya lejanas. De la mano de su espíritu y de la buena organización de la dirigencia del club, el Atlético se ha hecho un grande de Europa (acabó el curso pasado como segundo en el ‘ranking’ UEFA), se ha modernizado y da el salto ilusionado a un nuevo estadio.

Ilusión, eso es lo que transmite Simeone. Ese ingrediente imprescindible en el fútbol. Cuando flojeó, tras la segunda final perdida ante el Madrid, los atléticos se sintieron desamparados. Cuando rectificó, volvió el optimismo. El club le necesitaba como banderín de enganche para esta nueva época. El Wanda Metropolitano ha vendido todos los abonos que ofreció. Simeone es el hombre para completar la renovación de un equipo en el que aún sobreviven algunos de sus escuderos de primera hora: Juanfran, Godín, Gabi... El Atlético está en buenas manos. Y gracias a él, LaLiga no tiene sólo dos clubes y dos nombres que la hacen especial.