Sergio Scariolo: "Estar con Pau Gasol me da seguridad siempre"
Sergio Scariolo ha ganado los tres Eurobasket que ha dirigido con la Selección. El técnico atendió a AS en el Grand Hotel Italia de Cluj Napoca en la víspera del inicio del torneo.
En 2008, a punto de firmar por el Khimki ruso y con la FEB ya detrás de usted, decía: “ser seleccionador es una ilusión legítima. Mi familia es española y en las reuniones de entrenadores me dicen que soy español”. Nueve años después, ¿cuánto más de español es?
A nivel profesional, diría que todo. Sin renunciar a mi formación, obviamente, que fue decisiva para que pudiese ser profesional de esto. Pero, desde luego, me siento parte del movimiento baloncestístico español y desde dentro. A nivel personal, siempre intento enriquecerme. Sumando. De hecho, te cuesta pensar que uno no pueda sentirse parte de dos familias, de dos ambientes sociales, dos países. Porque yo me siento así. No he olvidado y me siento italiano por un lado. Pero a la vez no concebiría mi vida fuera de España y estoy perfectamente integrado en su realidad. Pero son discursos complicados, profundos. Ahí cada uno… Lo que me gusta es enriquecer e integrar. No excluir.
Si no estás preparado para perder, es que eres un arrogante, un prepotente y alguien que está fuera de la realidad. La línea entre ganar y perder un partido decisivo es muy, muy delgada. Es un detalle, algo incluso que se escapa a la previsión. Hay detalles sobre los que se puede influir, sobre otros no. Hay detalles que dependen sólo del rival, sólo del árbitro o de algo material. Uno tiene que tener bien presente la posibilidad de la derrota. El deporte te enseña. Siempre, tras una derrota, la oportunidad de levantarse existe. Pero a veces la competición te obliga a responder a derrotas durante fases. Y la tienes que interiorizar. Si no, la cosa se complica.
Usted tuvo su primer contacto con España en 1986 para ver un Mundobasket. ¿Si entonces le dicen que puede colocarse como segundo seleccionador con más oros de la historia de la competición sólo por detrás del mítico Gomelski qué habría pensado?
En 1986 ya había tomado la decisión de dejar a un lado mis estudios de Derecho y dedicarme a ser entrenador. Pero ni en el más dorado de mis sueños podía imaginar eso. Entonces era un chaval que, con un compañero entrenador, se hace una semana de vacaciones en Torremolinos para ver una semana de Mundial y, de paso, disfruta de la Costa de Sol. Fue mi primer contacto con la que después llegaría a ser mi casa. Fue bonito porque estuve tan cerca de Mike Fratello, un entrenador de la NBA en actividad, que muy rápido me abrió los ojos y las puertas de ese mundo. Yo era muy joven, 25 años. Fue una experiencia. Además, hice una amistad profunda con una persona que ya no está, Ettore Stecchini.
¿Queda algo de ese Scariolo?
Queda el amor por el juego. A veces me sorprendo a mí mismo cuando veo a otros compañeros de esta profesión, o a personas de otras profesiones que, después de muchos años, tienen el piloto automático puesto. Hacen bien lo que siempre han hecho pero van perdiendo el amor por el juego del baloncesto. Eso hace que se vaya ralentizando para estar al día y conocer a los jugadores o cómo se juega en sitios diferentes, las evoluciones tácticas y técnicas que se producen. Me gusta que en eso no he cambiado nada. Hacer un entrenamiento en la cancha sigue siendo uno de mis momentos top preferido.
De la semifinal de Lille, la de los 40 puntos de Pau, se dijo que la gente celebró canastas como goles. Llegaron a la afición casi en términos futboleros. ¿Qué supuso?
Cuando estás metido en la competición, estás tan centrado en hacer tu trabajo que sinceramente estás muy ajeno. El eco nos llegó más tarde, cuando volvimos. Sí tuvimos percepción con los datos de audiencia, que explotaron. Pensábamos de hecho que estaban equivocados… Es bueno que en el centro estén los jugadores. Yo me he mantenido con mucho gusto al margen. Mi función es coordinar sus cualidades para conseguir que se armonicen y que, en conjunto como tal, actúen de una manera organizada. También que haya una relación personal satisfactoria para que estén cómodos dentro de un respeto recíproco con los técnicos. Que quieran volver, que estén a gusto entre ellos para que las generaciones jóvenes quieran estar.
¿Y la satisfacción personal?
Cuando eres un niño, o cuando tienes 30 años, tu ego necesita estas cosas para alimentarse. Pero cuanto antes las necesites, mejor vives. Todo es ficticio. Si le das importancia a un éxito para alimentar tu ego también tendrás que dársela al fracaso. Estar al margen de eso te ayuda a mantener equilibrio y te ayuda en centrarte en lo que tienes que hacer. Igual que le he dicho que el amor por el juego es el mismo que el primer día que me dieron el carnet de entrenador, el gusto por esto va menguando cada día más.
Los dos Gasol son jugadores descomunales y de una gran dimensión. Pero ahora que la tendencia del baloncesto es alejarse del aro, ¿cómo va a compatibilizar el juego de dos pívots? ¿No va contra la actual tendencia en cierto modo?
Sí, en cierto modo lo es. Pero intento ser pragmático. Como cuando empecé. Intentamos juntar el talento sin sutilizar demasiado los roles. Hay que ser práctico para potenciar lo bueno y limitar lo que puede ser problemático. Y esa es la labor. Hay cosas que pueden surgir más fácil y ser de una tremenda riqueza. Y cosas que necesitan más trabajo, más esfuerzo físico y mental y más estructura táctica para soportarlas. Se trata de potenciar las unas y armar las otras para que el esqueleto se sujete.
¿Resumido?
Reducido. La polivalencia, la versatilidad, la capacidad de pasar la pelota dentro y fuera y de tirar de ambos hace más fácil la labor que en defensa. Ahí estoy apreciando mucho el esfuerzo que están haciendo.. Sobre todo Marc. No por una orden de méritos porque Pau también lo está haciendo sino porque a Marc le está tocando la parte más compleja. Aparte, la evolución física que ha tenido se lo permite. Pau también está trabajando bien. El equipo tiene que trabajar alrededor de ellos para las situaciones en que los rivales intenten llevarlos fuera de la canasta. Es lo que más hemos trabajado y, más o menos, creemos que puede funcionar. Ahora llegan los test de verdad.
Si tuviera que poner un verbo, el que quiera, para completar la frase como en el colegio, qué diría: ¿Pau y Marc se complementan, Pau y Marc se estorban, Pau y Marc se entienden…?
Sin tener mucha fantasía, lo de se complementan me parece acertado. Con matices, porque hay fases del juego en la que se complementan divinamente y otras en las que se necesita más trabajo. Es que no juegan dos contra dos, esto es baloncesto de cinco contra cinco. Si el resto de los compañeros no colaboraran para asumir una parte del coste a cambio del beneficio de disponer de ellos en las demás facetas del juego, no se podría hacer. Con matices, pero se complementan.
¿Ser hermanos les ayuda a poner más voluntad para completar ese proceso?
Tenemos situaciones en las que ambos pueden decidir quién juega más dentro y quién juega más fuera en función de lo que vemos y en función de cómo lo ven ellos. Pau tiene una contundencia que ha marcado una época cerca de la canasta y Marc tiene un arte creativo más alejado del aro, eso puede ser un punto de partida, pero eso no tiene que limitarnos. Marc puede ser productivo por dentro y Pau tiene una mano más que fiable para tirar de fuera. No podemos fosilizarnos en una idea de base, sino ser flexibles.
Su idea era un Llull muy protagonista este año, con mucha posesión como escolta. ¿Se puede porcentualizar su baja?
Estas cosas son de sentimientos, no de números. Es un vacío que nos queda. Me acuerdo cada día de él. Veo las fotos que cuelga, hablo con él. A nivel emocional no hay día que no me acuerde de Llull, pero a nivel operativo nos hemos tenido que olvidar. Cuando le escuché gritar en la cancha, yo creo que todos empezamos a pensar: “coño (sic), hay que empezar a decidir qué hay que hacer”. Hemos quitado cosas que íbamos a hacer con él, hemos guardado la mayoría… Y hemos empezado a trabajar como si nunca hubiera estado en el equipo aunque forme parte de la familia. Hay que saber reaccionar. Es como un partido. En 2009 yo quería que Pau y Marc jugaran juntos pero Pau se lesionó en el inicio de la preparación. Y luego vimos que no se podía hacer en el campeonato. No era sencillo hacerlo sin ensayar y ajustar. Este año sí hemos tenido tiempo y hemos reaccionado sobre la marcha. El ajuste es tener un plan B y un plan C porque un plan A jamás funciona del minuto uno al cuarenta
¿Los nuevos están preparados o será complicado que den extras positivos en momentos de responsabilidad?
Yo confío en ellos sinceramente. Creo que cada uno de ellos tiene al menos una cualidad importante para mejorar al equipo. La respuesta lo dará la competición. No todos en todos los partidos, no todos en forma igual. Pero cada uno, a lo largo del campeonato, puede tener momentos de contribución importante. Nuestra labor será elegir el momento de cada uno.
Debuta contra Montenegro, en un engañoso puesto 74 del ranking FIBA. Tanjevic es curiosamente el técnico que le dio el último título a Italia en 1999. Lo conocerá de mil batallas…
Sí, desde hace muchísimo. La del ranking es una valoración engañosa porque tienen jugadores de altísima calidad. Un base creativo (Rice), un juego interior fuerte (Vucevic, Dubljevic) y buenos tiradores. Es un equipo muy temible, que empieza pronto la preparación, llega bien a la competición y con un punto de motivación individual en jugadores como Rice, Dubljevic y Vucevic… Hay jugadores a punto de asomarse en la élite. Tienen muchas armas para complicarnos. Seguramente lo hará.
¿Le da tiempo a echar un vistazo a la competición en general o no tiene sentido?
Eso lo hacemos al inicio, antes de que empiece el torneo. Luego entendemos que es más inteligente centrarse. Sabemos lo que tenemos que introducir a nivel táctico sobre la marcha, no de inicio. Y tenemos claro, en contacto con el cuerpo biomédico, qué tipo de uso de los jugadores tenemos que hacer en cuestiones de minutos en cancha. Ese es uno de nuestros puntos de fuerza. Por razones fundamentadas, ir creciendo sobre la marcha. Lo que sí espero es que estemos mentalmente desde el día uno conectados. El grupo es diferente respecto al resto de las ediciones. Tiene que pasar una catástrofe nuclear para que no nos clasifiquemos pero hay dos equipos difíciles de ganar (Croacia y Montenegro).
Desde que es seleccionador, usted con Pau Gasol sólo ha perdido cruces con Estados Unidos. ¿Eso le da seguridad?
A mí estar con Pau me da seguridad siempre. Tengo la sensación de estar con una persona muy capaz de responder. Con clase, concentración, seriedad en los momentos difíciles de los campeonatos. Esa es la seguridad que me da Pau. El tema estadístico es anecdótico. Nadie puede decirnos que no vayamos a perder con él. Pero la seguridad que nos da Pau es que en los momentos difíciles él va a estar equilibrado, que se habrá preparado y cuidado físicamente. Pau se prepara con todo lo que se mueve en Europa cuando viene de Estados Unidos. Que Pau corresponda a victoria sería hasta poco generoso decirlo.
¿Se visualiza ganando en Estambul?
No. Siempre empezamos con una idea que es estar en el podio y ganar una medalla. Eso es lo que sabemos que va a marcar la diferencia entre tener éxito o no. También hay muchas variables que pueden intervenir. Hay que soñar poco y hacer mucho. Quiero que el equilibrio entre la confianza e ir un poco de sobrado siempre esté ahí. La línea esa es muy delgada y no podemos perder los valores. La curva siempre está a la vuelta de la esquina. Hay que tener puestos los cinco sentidos.
Es obligado preguntarle antes de terminar por el conflicto de la ACB, el de la Euroliga, la FIBA… Como coordinador técnico de la FEB.
No tengo que tener un cargo para decirlo. Mi preocupación como hombre de baloncesto es por el futuro de nuestro deporte y la única esperanza que tengo es que toda esta energía que se está metiendo en estas guerras institucionales, pronto se ponga, al menos parte de ella, en la formación de los jugadores. Porque tenemos problemas serios en la formación, en la producción de jugadores. Necesitamos que todos los actores se conciencien. Hacen falta esfuerzo e inversión. Estamos en una fase en la que el 90 por ciento de la energía se está gastando en guerras institucionales y espero que, con la cabeza más fría, los que toman decisiones a nivel español y europeo destinen esfuerzos en mejorar la formación porque puede haber un problema a corto o medio plazo. Espero que nos centremos en los problemas que yo creo son igual de prioritarios que los que se discuten en altas esferas.