Isaiah no era suficiente
La diferencia entre estrella y superestrella. Los Boston Celtics estaban ahí, a un solo paso. Número uno de la Conferencia Este después de una evolución entre imposible y perfecta en los últimos cuatro años (25, 40, 48 y 53 victorias) y con LeBron como último obstáculo entre la marea verde y el que hubiera sido un épico retorno a las Finales de la NBA.
Los playoffs de la temporada pasada serán siempre de los Warriors, pero también un poco los de Isaiah Thomas. La trágica muerte de su hermana hizo temblar los cimientos de la competición. No jugará, decíamos. Lágrimas en los ojos, corazón herido y la fuerza del último guerrero. Aquel partido fue una lección al mundo que jamás olvidaremos. Pero no fue suficiente. No ha sido suficiente.
La lesión de cadera impidió a Isaiah competir contra el rey y a los aficionados disfrutar de una serie con las espadas en todo lo alto. Quién hubiera pensado que aquellos momentos serían los últimos del guerrero vestido de verde. El dos veces All-Star, el líder de los casi 29 puntos por partido, el que tiraba del carro, Mr. cuarto cuarto... Infravalorado de por vida (al menos hasta este último año), Isaiah deja Boston rumbo a Cleveland. De luchar contra el rey a defender su legado. Y por qué. Cuál es el motivo por el que los Celtics se deshacen del ídolo de la afición, del hasta ahora jugador franquicia. Por qué.
La diferencia entre estrella y superestrella. Kyrie es el siguiente nivel de jugador. El que gana. Y no me refiero a partidos, sino a campeonatos (aquel Game 7 en el recuerdo). Es el talento especial que rompe proyectos sobre la bocina, el jugador generacional que quiere demostrar que puede y que puede sin la eterna sombra del rey. Ese que puede llevar la evolución entre imposible y perfecta al siguiente nivel, al que quieren llegar los Celtics.
Porque contra los superhombres (LeBron) y los superequipos (Warriors) no vale con el diez. El entrenador, la plantilla, la estrella, el trabajo en parqué y despachos. Nada es suficiente. ¿La solución? Talento diferencial. De ese que se cuenta con los dedos de las manos. De ese que te hace rascarte el bolsillo como nunca lo habías hecho (ha salido muy, muy caro). No una estrella (Hayward) y tampoco un gran líder (Thomas). Una superestrella (Kyrie). Y una para 10 años.