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David Villa, Morata o cuando la distancia no es el olvido

México

Una sonrisa colectiva. Fue pronunciar Julen Lopetegui el nombre de David Villa en la lista de convocados para la madre de todos los partidos y a la España futbolística se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja. La vuelta de David nos retrotrae a nuestros mejores sueños futbolísticos, nos devolvió a Sudáfrica y revivimos todos los goles del mejor artillero que el equipo nacional jamás haya visto. Villa no está aquí por eso. Julen es entrenador de mínimo politiqueo. Si queremos ganar a Italia y estar en el próximo Mundial de Rusia hay que traer a los mejores y Villa, con Costa fuera de circuito, es uno de ellos. Podía elegir futuro entre Sandro y Mariano o eficacia garantizada entre Aduriz y Villa. Eligió al Guaje y, de paso, nos devolvió un trozo de nuestra grandeza.

Morata parte con ventaja. David ha vuelto porque su rendimiento en la MLS está siendo espectacular. Parece que todas las estrellas también se le han juntado al nuevo delantero del Chelsea. Morata se marcó una actuación estelar contra el Leicester, con gol y pase incluido, el mismo fin de semana que a Benzema se le achicó la portería del Bernabéu de una manera alarmante. Es tan español eso de minimizar lo nuestro cuando está cerca y darle su auténtico valor cuando se toma distancia. Ante la dicotomía de Julen para elegir nueve ante Italia, el exmadridista, tan respetado en el Calcio, parece partir con ventaja.

El momento Asensio. El hombre de los goles extraordinarios se ha metido en el bolsillo a cualquier buen paladar futbolístico. Imposible gobernar partidos con mayor sencillez, soltura y categoría. Una zurda prodigiosa y la sensación inequívoca de estar ante un futbolista destinado a marcar una época. La Selección española juega en su jardín favorito.

Los precios y las comparaciones. Aunque ante el Valencia se empeñó en disimularlo muy bien, Gareth Bale es un excelente futbolista. Otra cosa es que los que quisieron mostrarle como otro Cristiano, pagando lo que no valía, le hicieron un flaco favor. Al menos, que tengan la decencia de no participar en su zarandeo. Bale nunca será Cristiano, como Dembélé nunca será Neymar. El principio de su fin es ponerles en el mismo plano.