Gana la UFC y pierde el boxeo

Mañana, Floyd Mayweather (49 victorias y ninguna derrota) podría superar en Las Vegas el récord de imbatibilidad de Rocky Marciano. La Roca fue el único campeón de los pesados que se retiró invicto, y reinó a finales de los cuarenta y principios de los cincuenta. Para los aficionados puros al boxeo, suena a herejía que Money pueda dejar atrás al mito ante un debutante. Porque Conor McGregor es eso, un novato. Es campeón en dos pesos de la UFC, pero nunca ha competido profesionalmente en boxeo. Su récord es 0-0. Sí es el irlandés una celebridad en el circuito de las artes marciales mixtas, en el que se permite el golpeo con puños, codos, rodillas o pies y se combina con técnicas de lucha, judo, ­taekwondo o jui-jitsu brasileño. Domina el octógono, no el cuadrilátero. Dos mundos diferentes.

El purista del boxeo mira a otro lado, hacia el Cotto-Kamegai que se celebra el mismo día en California o al Canelo-Golovkin del 16 de septiembre. Algunos como Óscar de la Hoya han pedido un boicot a lo que consideran un circo. Un ejercicio de morbo. Lamentable ha sido el Consejo Mundial de Boxeo al subirse a última hora al carro y ofrecer el lujoso e innecesario ‘Cinturón del dinero’. Mientras las estrellas de la UFC se pasean por Las Vegas autopromocionándose, el boxeo va sufriendo más mordiscos y se empequeñece. Mayweather, tan excelso púgil como mal ejemplo (su ostentacion y su actitud hacia las mujeres son deplorables), le ha hecho un flaco favor a su deporte. Su legado no será ejemplar. Al menos, que el show planetario que ha montado se sostenga deportivamente.