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Tercer tiempo

Barceloneses todos

El motivo central de la vida es el aprecio al otro, la paz, el abrazo. Se produjo en Barcelona, en Bilbao, en Sevilla, en A Coruña… Me impresionó Bilbao, ese silencio que sabe de otras batallas duras por la vida, contra la sinrazón incapaz de respetar la vida ajena. Y en Barcelona. El Betis, como otros clubes, habló en el idioma universal que estos días es el que rinde homenaje de amor a Barcelona. En catalán hablaron los béticos en sus camisetas, y el Cant dels Ocells de Pau Casals redondeó ese momento con la valiente tesitura de los que se oponen al terror. No tinc por.

Ejemplo del fútbol

El fútbol que empieza ahora es un monumento civil de compañía. Todas las cosas que pasan en el campo tienen que ver con la ilusión que se vive en las gradas; sin gradas no habría emoción, ni amor por el club, ni lucha contra el otro para que gane el color nuestro. Esta tregua moral que se dieron ayer los clubes para rendir homenaje a los muertos de Barcelona halla en las gradas el silencio y el apoyo de aficionados que durante las refriegas de los partidos son capaces de decirse de todo. Pero cuando tienen que emocionarse con el dolor ajeno se comportan como ayer en las gradas de LaLiga. Es un honor reseñarlo.

Hora de jugadores

Ahora vuelve el tiempo de los futbolistas, tras el sueño activo de las directivas. Acaban los fichajes el 1 de septiembre, casi como el verano. Y después ya no hay otra cosa que fútbol, ni negociaciones ni atascos. Este ha sido, para el fútbol, un mal verano, que precipita la incertidumbre del futuro: ya ningún club puede estar seguro de que la cláusula de rescisión restringe negociaciones ajenas. Atentos a Messi, por cierto. Esos 700 millones de Isco, por ejemplo, pueden convertirse en una metáfora, como metáfora fue el candado que tenía Neymar. Por eso ahora produce un poco de sosiego que comience LaLiga.

Jugar, la cuestión

Y empezaron a jugar. En todos los campos, a todas horas. Al Madrid le regalaron el honor de acabar la jornada a deshoras. Mientras, grandes sudaron la camiseta (el Atlético ante el Girona, el Sevilla ante el Espanyol), y eso hace presagiar que no todo el pescado está vendido en lo que suele ser la lógica perpetua de este deporte. El Valencia, y eso sí era posible, venció por la mínima a la Unión Deportiva Las Palmas… En fin, silencio, se juega, esa es la cuestión. Ya no es exactamente la mejor Liga del mundo, le han salido algunos desconchados. Pero es la nuestra: yo no sabría vivir sin ella.

La ética de ganar

Algo ha pasado en la primera jornada que remite a las últimas escaramuzas de la ética de ganar. Pasó en Barcelona el episodio Cristiano. Gran gol, el torso desnudo, para celebrar, del futbolista, reyerta por un penalti, enfado, ligero empujón al referí. Pañolada (frustrada: el gran partido del Madrid la inutilizó) contra el arbitraje. Y luego Griezmann protagoniza en Girona un episodio parecido. No empuja al árbitro. Lo llama, “cagón”. Los futbolistas, dice Serrat, son lo más honrado del fútbol, después de la pelota. Eso debe incluir el comportamiento: no se puede ser desconsiderado ni con el contrario ni con la autoridad.

Humor y respeto

Jugar no es para ganar, eso es un accidente, como en las bolsas. El fútbol tiene un poder didáctico. Valdano observó que los chiquillos se besaban el anillo aunque no lo tuvieran, imitando a Raúl. Lo imitan todo. ¿Los imaginan imitando a Cristiano, a Griezmann, a Pepe, a Mascherano, burlándose de la autoridad arbitral? ¿O del contrario? ¿Se imaginan a los chicos burlándose del otro? El fútbol es una escuela, la pelota es la reina, pero el futbolista es lo mejor, si no se demuestre lo contrario. Al fútbol le falta humor y respeto en el campo. Demasiado cabreo, exceso de caras largas. A jugar, que no todo es cláusula de rescisión.