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AUTOMOVILISMO | CURIOSIDADES DEL MOTOR

Cronometraje: del cable y la huella al ‘transponder’

Las carreras de caballos iniciaron en 1731 la práctica de medir el tiempo en el deporte y la Indy 500 empleó un método manual que ha ido evolucionando.

Cronometraje: del cable y la huella al ‘transponder’

El cronometraje deportivo que ahora forma parte de cualquier competición y que es capaz de medir con exactitud milimétrica tuvo sus inicios en 1731 en las carreras de caballos en Inglaterra usando el invento del relojero George Graham, diez años antes: incorporar una tercera aguja al reloj que marcaba los segundos.

Avance básico que, sin embargo, no significó una implementación en el deporte atlético y únicamente se utilizó en las competiciones de equinos hasta que en 1850 la universidad de Oxford empezó a utilizar jueces que contaban con un cronómetro manual capaz de captar el tiempo en medio segundo, algo que avanzó hasta discernir doce años después en espacios de 0.20. El cronometraje electrónico nació en 1902, ya usando centésimas, y en 1916 Heuer patentó el Micrograph un modelo que mejoró Longines, en la década siguiente, al crear uno capaz de medir con gran precisión.

Sin embargo, el automovilismo fue pionero como en tantas otras cosas y a principios del Siglo XX utilizaba un particular método de medición que ha evolucionado a lo largo de los más de cien años que se llevan disputando carreras de coches. Un procedimiento que ha sido clave para los actuales sistemas de medición basados en los chips y la radiofrecuencia que tuvieron un paso intermedio en el uso de los códigos de barras en los años noventa.

Precursores.

La Indy 500, nacida en 1911, colocaba un cable real que corría a lo largo del óvalo completo y se elevaba hasta una pulgada de altura al paso por la línea de meta. Al cruzar cada coche, los neumáticos delanteros creaban una huella en una tarjeta individual de tiempo y los encargados de cronometraje y puntuación se encargaban de crear una clasificación manual para cada vuelta que servía de referencia a los espectadores.

Este artesanal trabajo dio paso a uno aún mayor, pero mucho más preciso, en el que se necesitaban una cantidad ingente de personas para llevarlo a cabo. Era un sistema de placas que se accionaban manualmente y permitían mediante cálculos medir los intervalos de tiempo y determinar la duración de una vuelta. Fue el precursor de los actuales transpondedores que cambiaron para siempre el cronometraje de las carreras profesionales de motor llevándolas hasta la exactitud absoluta que vemos actualmente en competiciones como la Fórmula 1 o MotoGP.

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¿Y cómo funciona? De forma somera podemos decir que cada coche lleva incorporado un transponder inalámbrico, con un identificador digital único, que hacen saltar los cables de recepción de temporización y las balizas incorporados a lo largo de la pista, a medida que pasan por ellos, enviando información de tiempo grabada hasta la milésima de segundo a un simple ordenador portátil, con el software apropiado, que sirve no solo para conocer parámetros de tiempo sino también de velocidad, distancia, geolocalización...