Llega un Clásico con enfados y pesares
Este Clásico llega entre malas caras. Lo veo muy distinto de tantos otros. Las dos aficiones lo esperan con ansiedad e ilusión, crecidas, con esa expectativa solemne de las grandes fechas. Ahora el madridista, que da por descontado el trofeo, está del peor de los humores. Cómo de mal no habrá caído lo de Cristiano que hasta Zidane, ese bendito, se ha enfadado. Más allá de la letra, por la que los cuatro partidos por empujar al árbitro son insalvables, queda la sensación de injusticia. No fingió, sí lo hizo Luis Suárez, éste sacó un penalti y Cristiano lo que sacó fueron cinco partidos de suspensión, que con mucha suerte se quedarán en cuatro.
Así que hoy, por iniciativa de la peña ‘Capote y Montera’, muchos irán a agitar el pañuelo cuando salga el cuarteto arbitral, con el lorquino Sánchez Martínez a la cabeza. Un árbitro poco curtido al que le va a tocar pagar los platos rotos de De Burgos, cuya internacionalidad, por cierto, está anunciada para enero. En el Madrid hay mucha gente mosqueada con los arbitrajes. Para mí hubo tiempos con más motivo, los de Laporta, en los que entra de lleno esa omisión de Undiano en el acta cuando le empujó Messi. Pero se ha ido acumulando en estos años un cierto efecto que ahora mueve los ánimos, ante este fuerte castigo a Cristiano.
Peor están las cosas en el Barça, donde la pelea no es hacia fuera, sino hacia dentro. Piqué obró mal al decir que los jugadores sabían lo de Neymar desde la boda de Messi, y la directiva, no. ¿Y no avisaron...? Luego, cuando en el partido estuvo todavía peor, el directivo Pep Segura se sobró culpándole. Busquets, que tras el partido pidió fichajes, recriminó ayer a Segura. Mientras, el club ha fichado a Paulinho, jugador tan distinto de lo que hemos conocido como ‘modelo Barça’ que suena a renuncia estratégica a seguir aquel camino. En fin, vaya vísperas. Espero que en cuanto ruede el balón todo cambie y disfrutemos de un buen espectáculo.