El Atlético se atasca en Getafe
Partido gris de los titulares, que no tiraron a portería a una semana del debut liguero. Torres falló un gol al final. En el cuadro azulón destacó Shibasaki.
Lo intentó el Atleti pronto. Y, en realidad, en todo el partido no dejaría de intentarlo. O como se diga, porque entre los tres palos no lograría enviar ningún balón en los 90' del Coliseum. Pero todavía es el principio, el reloj no ha llegado a un minuto y Carrasco encontaba a Griezmann con un pase filtrado para el primer intento de ocasión. Se fue desviada. Pero en la portería de Guaita ya quedaba el aviso. Carrasco. En este verano, lo mejor del Atleti siempre ocurre alrededor suyo.
Es chispa, es desequilibrio, convierte en autopista la banda izquierda y el Atleti siempre intenta entrar por ahí. Cómodo, llegaba al área en cada balón que tenía. El plan del Getafe era sencillo: balones largos evitando el centro, no vaya a ser que uno se perdiera por ahí. Con el Atleti enfrente es un suicidio.
Y mientras los dos equipos iban asentándose en el nuevo Coliseum (butacas nuevas, más azul todo) la afición del Atleti demostraba que tiene la garganta preparada para el comienzo de la temporada. Porque había mucha. Cómo faltar: era el primer amistoso del Atleti 2017-18 en España, en casa. El Ale, ale, aleee, llenaba el aire, los Ole, ole, ole, Cholo Simeone, como si el Coliseum ya fuera el Wanda Metropolitano. Durante muchos minutos sólo eso, sus canciones, era lo que pasaba. El Atleti no convertía esa comodidad en ocasiones. Un verano después, otro más, sus virtudes siguen intactas (ser roca) pero también las carencias (la creación, el gol). Las ocasiones (o intentos, más bien) llegaban como suministradas por gotero.
A un córner de Fajir que se envenenó pero Molina no llegó a rematar respondió Carrasco con un libre directo que buscaba la escuadra de Guaita y no se encajó en ella por un palmo. Seguía el Atleti moviendo el balón de lado a lado, derecha, izquierda, y vuelta a empezar, tratando de encontrarle a un Getafe sin uñas algún resquicio atrás, bien plantado, sello Bordalás. Pero no podía. No había Ni siquiera pudo Griezmann, en un amago de sacarse la capa, con un intento de vaselina de volea tras un cambio de juego de Lucas (de lo mejor) que se fue fuera por milímetros, entre un ooohhh general.
Fue justo antes del descanso, cuando el Getafe dejó de ser estatua. Sólo tuvo que subirse a lomos de un japonés, Shibasaki, el fichaje más exótico del Getafe. También es bueno. Trenzó dos casis: una terminó en un córner cabeceado por Mora, otra en un remate de Pacheco. Con tan poco, ya había hecho lo mismo que el Atleti.
Cuando la segunda parte comenzó, Shibasaki seguía como al final de la primera. Alborotando el juego, un tormento para Savic. En él y los centros perfectos que Fajir sacaba de la bota en cada balón parado seguía creciendo el Getafe, ante un Atleti fiado sólo a las carreras de Carrasco. Pero estas ya no llegaban a ningún lugar, por mucho que las adornara con regates freestyle. El Geeeta, Geeeta, Geeta comenzó a escucharse alto. Fueron sus mejores minutos. El Atleti seguía igual. Incapaz de crear peligro.
Cuando Bordalás hacía debutar a Amath, ayer de aquellos, hoy de estos, Simeone llamaba a Griezmann para susurrarle algo. Lo que fuera, no cambiaría lo del campo. Los oooohh ahora eran para el japonés, tras un remate a la cepa desviado milímetros. Cuando Bordalás lo quitó, hubo ovación. Era el minuto 77 y, en el Atleti, ni una sola ocasión, tampoco un cambio. Espeso, espesísimo. No hace falta tele para contarlo, basta el recuerdo: como en tantos otros partidos estos últimos años.
Se fue el reloj al 90' sin que nada cambiara porque Torres envió alto un centro de Koke ante portería vacía. Era esa que siempre tiene el Atleti y suele entrar disfrazando a veces lo demás (falta de juego, falta de gol). Esta no entró, sin embargo. No pudo disfrazar la nada en Getafe. Quizá todo cambie en el primer partido de Liga, quizá lo haga cuando esté Saúl. Debería. En una semana ya no bastará con intentarlo, habrá que hacerlo, el gol.