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Tercer tiempo

Un golpe a la vida

Lo cierto es que Ángel Nieto parecía inmortal; sonriente, a los 70 años, solidario y vital, parecía un muchacho que estuviera aún en las carreras. Y lo estaba: ayudaba a otros, entrenaba y los entrenaba, y había hecho a su alrededor algo que no es común: que el ídolo es capaz de convivir con la alegría de la sencillez. Un accidente, un golpe alado de los que escribía Miguel Hernández, lo borró de la vida, como partido por un rayo. La reacción mundial pone de manifiesto hasta qué punto la figura de Ángel jamás dejó de ser el dibujo inacabado de una estimulante promesa.


Trabajo y esfuerzo

Basta fijarse en esa biografía de Ángel Nieto para entender hasta qué punto era un ejemplo: para los jóvenes humildes que, en la juventud del gran motorista, creían que era imposible auparse donde están los genios. Y cuando llegó a la cúspide, que ahí está para siempre, no se olvidó de aquel origen de trabajo y de esfuerzo. Y se dedicó a los que venían con la misma voluntad con la que preparaba las carreras. En ese poema, If, que tanto cito, Kipling aconseja a los muchachos a prepararse con esfuerzo no sólo para afrontar el fracaso o la victoria, sino para ser un hombre admirable.


Sonrisa del hombre

En esa sonrisa de Ángel Nieto, que ahora ha cubierto todos los informativos, rebajando así la tristeza de los vivos, se cifra la capacidad del deportista para hacer un ejemplo de su esfuerzo, desde que empezó hasta el último instante. Esa sonrisa es un ejemplo, y la unanimidad con la que se celebra su vida es una forma de ayudar a otros en esa escalada hacia los campeonatos: ganar lo hace cualquiera, pero mantenerse en esa victoria moral que es la de seguir preparándose con otros a ser mejores en todo, también en la derrota, es algo que Ángel Nieto le deja al deporte. Esta ha sido una semana difícil para el deporte, por la muerte de Ángel. Pero no sólo.


El brillo del dinero

Ha sido difícil la semana para el deporte porque el más famoso de los juegos, el fútbol, ha concentrado en dos figuras, Cristiano Ronaldo y Neymar, dos polos realmente indeseables del fenómeno que concita este extraordinario espectáculo. El madridista apareció en el juzgado, explicó que en Inglaterra estaría mejor y luego dijo, a propósito de las reacciones que se manifestaron en torno al objeto del juicio, que era su brillo el que atraía a los insectos. Neymar, por su parte, trató de convertir su llegada al PSG millonario como un acto heroico. Y no lo es. Es, tan solo, un traspaso.


Dinero y ambición

Que este traspaso sea tan multimillonario lo convierte en excepcional: no estamos acostumbrados a este mareo económico. Pero traspasos ha habido miles. A veces porque les ha convenido a los clubes y a veces porque los jugadores quieren, legítimamente, progresar. Neymar ha dicho que no era una cuestión de dinero. Es una manera a mi juicio estrafalaria de vestirlo: si era sólo por ambición con un euro más hubiera acabado con el símbolo y hubiera sido creíble. Pero si te vas por 222M€ es porque quieres más dinero. Y si quieres progresar no te vas al mismo nivel por el que transitaste.


Los insectos y la luz

Le dio tantas vueltas Neymar a su salida que terminó haciéndose odiosa la imagen, el debate, hasta la información que hubo sobre todo esto. Pero, ¿qué va a hacer la prensa? En la política, en la economía, hasta en la cultura, se resuelven los egos de esta manera: poniéndose en el centro para que te den los focos, hasta cuando lo haces mal y eres, literalmente, impresentable. El ego, en todos esos campos, juega un papel atosigante. Y la prensa lo cuenta, cómo no. Esa frase, que destacó AS, sobre los insectos y el brillo que pronunció Cristiano aconseja una relectura del poema de Kipling y, más cerca, un repaso a la ejemplar trayectoria humana de Ángel Nieto.