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AUDI CUP | LIVERPOOL 1 (4)-ATLÉTICO 1 (5)

El Atleti, campeón con plan B

La segunda unidad que dispuso Simeone controló al Liverpool. Keidi marcó de cabeza y empató Firmino de penalti. En la tanda, Moyá paró un lanzamiento y y aseguró la Audi Cup.

Madrid
El Atleti, campeón con plan B
CHRISTOF STACHEAFP

Y de pronto, a las 22:36 de la noche, 2 de agosto, Filipe se encontraba frente a ese fantasma: el balón en el punto de penalti, una tanda. Era el quinto, si lo metía, la Audi Cup era rojiblanca, del Atleti. Los lanzamientos, hasta el momento, habían ido descosiendo al fantasma. Griezmann, dentro. Torres, dentro. Gabi, gol. Gaitán, también. Moyá le había dejado la foto final a Filipe, con una parada con el pie derecho ante Henderson, que fue decisiva. Y Filipe, claro, no falló: apuntó al centro y tumbó a Ward que, al estilo Alves, moviendo los brazos, trataba de inquietar para nada. El Atlético a este verano puede colgarle un torneo de verano con aire Champions, la Audi Cup. Y siendo infabible en los penaltis. Tiene su mérito.

Pronto supo el Liverpool de su efectividad. Al Atleti con un golpe a veces le basta para tumbarte. Eficacia Cholo se llama. Da igual quien la ejecute, un Atlético A o uno más B, porque ese, el segundo fue el que jugó ayer. Y tuvo sus más (Giménez, siempre firme, Sergi, un mañana para Filipe) y sus menos (la espesura de Kranevitter al comienzo, Correa y Vietto con más ganas que acierto) pero siempre con ese sello de autor Simeone que es pura identidad: sólidez, presión alta, robustez.

El Liverpool de Klopp, también B, con jóvenes y sin Salah o Coutinho (¿descanso?, ¿Barça?), como el Nápoles el día anterior, comenzó mejor. Tenía el juego, el control y las ocasiones, pero Solanke cabeceó demasiado cruzado ante Moyá un centro perfecto de Woodburn y aquí se le rompió el colmillo.

El Atlético, mientras, cómodo al acecho, mordió la red de Ward en la primera que tuvo. Y, aquí, de nuevo, como el día anterior, Thomas volvió a pedirse todos los focos. El Liverpool se deshizo en cuanto el Cholo varió su dibujo inicial para darle el centro y el protagonismo. Su habitual 4-4-2 había cambiado a un 4-1-4-1, con Kranevitter por delante de la defensa, Thomas y Augusto en el centro y Correa a la derecha. Los veranos no sólo sirven para probar nombres, también nuevos sistemas, armas. Esta funcionó. Por primera vez el Atlético se plantó ante Ward y, lo escrito, con eso le bastó.

El gol lo marcó Keidi pero fue de todo el equipo. Lo inició Giménez (partidazo) con un pase en largo, cambio de orientación de Augusto al borde del área hacia Vrsaljko (como aquellos de Tiago a Juanfran) y centro del croata buscando el pie de Correa, ya en línea de gol. Su remate, sin embargo, se estampó contra el larguero. No problema. Detrás de él, atentísimo, Keidi cabeceó el balón como sólo puede hacerlo otro chico de 19 años que pide sitio, minutos, todo ganas, hambre. Su partido y el de Sergi fue mejor para el Atleti que el título: hay futuro, mucho.

Ambos dejaron el campo en el 60’, cuando Simeone, con titularísimos como Filipe, Gabi y Griezmann, trataba de sujetar un partido que se le había ido en el juego, errático, sin sal, como si la Audi Cup se hubiese terminado para los rojiblancos en el gol de Keidi. Pero no, claro que no se había terminado. Klopp, de hecho, le había recompuesto el colmillo al Liverpool en la caseta con seis cambios, Firmino entre ellos, y desde que había comenzado la segunda parte no dejaba de buscar una y otra vez a Moyá, con centros desde las bandas y muchos casi.

Lograron batirle de penalti, en el 82’, Torres (cómo no) o Amath ya en el campo. Gabi derribó a Origi y Firmino lo marcó. A la desesperada trató de romper ese empate el Atleti, con dos córners que terminaron en disparos a bocajarro de Lucas y Savic que de nada sirvieron. El Atlético se fue a los penaltis con ese fantasma sobrevolando el Allianz: los ocho de trece fallados la temporada pasada. Una losa. Pero fue Griezmann, y adentro. Y después Torres, y Gabi, y Gaitán, y Filipe, y Moyá paraba, y el Atleti se proclamaba campeón de la Audi Cup en la tanda, sí. Y sin fallar ninguno.