La extraña gestión de Hackenberg llega a su fin
Los New York Jets han dado numerosos, y surrealistas, palos de ciego con el quarterback que eligieron en segunda ronda del draft del año pasado.
Los equipos de la NFL son muy cucos en el uso de los medios de comunicación que están más cercanos a ellos. Se encargan de filtrar lo que les interesa a los periodistas más afines, esos que viajan en el avión a su lado y que se pasan once meses al año en convivencia continua con los jugadores, entrenadores y directivos. Es lógico, claro, una relación simbiótica por la que éstos se convierten en los más reputados entre los seguidores de la franquicia y, por lo tanto, los más leídos, y, a su vez, el club es capaz de controlar la información de manera que le convenga. Nada, desde luego, que no se vea en otros deportes, ligas o actividades humanas de cualquier tipo.
En pretemporada se nota un montón en lo que a las batallas de quarterbacks se refiere. Ningún puesto arrastra tanta atención y en ninguno cambiar al titular tiene tanta repercusión. Que un equipo, en agosto, tome la decisión de que tal o cual jugador es su quarterback titular para la temporada suele acarrear un pequeño terremoto. Es por eso que suelen ir soltando miguitas al respecto en las publicaciones amigas para acomodar a sus seguidores.
Lo hemos visto con, por ejemplo, todo lo que leemos de DeShaun Watson o DeShone Kizer en los Houston Texans y los Celveland Browns respectivamente. Si bien en los segundos no tiene especial relevancia, porque la pelea estaba abierta y las aspiraciones del equipo no son más que mejorar y crecer, en el caso de los primeros es de notable importancia saber si Tom Savage o el propio Watson tomarán los snaps de los partidos en septiembre. Preparar el terreno para que a nadie le extrañe que sea el rookie el que lo haga es labor de las relaciones públicas de la franquicia.
Y, en el mismo sentido, hace ya varios días que podemos leer, con insistencia, que Christian Hackenberg está teniendo unos buenos entrenamientos con los New York Jets. Si la intuición acierta, diría que se está allanando el terreno para que se le declare el quarterback titular del equipo. Y la verdad es que iba siendo hora.
Porque el caso de Hackenberg es una concatenación de surrealistas decisiones y una gestión extraña que, parece, está tocando a su fin.
Primero, la elección en segunda ronda del draft del año 2016. Hackenberg comenzó su carrera universitaria en la universidad de Penn State con una enorme expectación. Físicamente es un jugador imponente y tiene un brazo de indiscutible potencia. Pero en seguida se le comenzaron a ver problemas en la lectura del juego y, merced a una OL que no le ayudaba nada, cayó presa de ese mal de muchos QBs que es el de vivir en permanente pánico en el pocket, lo que le llevaba a tomar decisiones que le empujaban al sack en vez de alejarle de él.
Con una carrera colegial llena de altibajos, con mayoría de los segundos, su llegada al proceso pre-draft le tuvo bien alejado de los focos. A nadie se le ocurría nombrarle como un potencial jugador de primera ronda. Ni segunda. Así que cuando los Jets apostaron por él en esa ronda extrañó un montón. Porque no hablamos de alguien desconocido o que hubiese pasado bajo el radar, no, sino de un atleta pasado por el microscopio y que no ofrecía garantías.
Pero a lo hecho, pecho, que dice el castizo refrán. Sin embargo, en modo alguno Todd Bowles, entrenador de los Jets, abrazó esa filosofía. A pesar de la catástrofe en que se convirtió la temporada del equipo y, más en concreto, la posición de quarterback con el descenso a los infiernos de Ryan Fitzpatrick, Hackenberg no vio el campo. Nada. ¿Por qué no probar a todo un segunda ronda?
Los motivos pueden ser de protección del jugador, de no exponerle a una situación complicada, pero eso no evitó que su compañero Bryce Petty, elegido en la tercera ronda del draft de 2015, sí que tuviese sus oportunidades en cuatro partidos como titular. Y en Petty tampoco saben los Jets lo que tienen a pesar de haber gastado, insisto, una tercera ronda en él.
Podría tener, pues, una mínima lógica la protección de Hackenberg el año pasado. Lo que pasa es que en esta temporada el equipo fichó a Josh McCown, 38 añitos y una venerable carrera como Don Nadie en la NFL, para ser el titular, y ahí sí que el surrealismo alcanzó la máxima cota ¿Por qué un equipo en reconstrucción, que no parece que tenga nada que perder más allá de partidos, que los va a perder, no quiere ver si nada menos que una segunda ronda puede jugar en la liga? Absurdo.
Así que da la sensación de que, aunque tarde, en Nueva York están llegando a esa misma conclusión: este equipo necesita ver de que pasta está hecha Christian Hackenberg y no necesita, para nada, ver qué puede hacer Josh McCown. El veterano aún es el titular y puede, incluso, que lo sea durante algunas semanas, pero los Jets ya están filtrando que el momento de Hackenberg va a llegar. Y cuanto antes sea, mejor.