Le Clos bate a Cseh en los 200 mariposa y le pide perdón
El sudáfricano salió revolucionado y llegó al oro pese al acaso del húngaro, que fue plata. Ambas se abrazaron ante la ovación de un Duna Arena entregado.
Chad le Clos tocó la pared, vio que había ganado el oro en los 200 mariposa, se tapó la cara, se disculpó ante los espectadores del Duna Arena y se fue en busca de Laszlo Cseh para darle un abrazo y alzar su puño al techo de la espectacular piscina de Budapest, que vibró como nunca y se lamentó como otras tantas veces en este Mundial, resignados a la mala suerte de uno de los mejores nadadores europeos de las dos últimas décadas.
Cseh lleva desde 2003 ganando medallas. Hubiese sido un nadador aún más legendario de lo que es si hubiese nacido en otra época y no en la de dos bestias como Michael Phelps y Ryan Lochte, quienes le han superado en Mundiales y Juegos desde Atenas 2004. Resignado al bronce en muchos campeonatos, y después de lograr el oro en Kazán en los 200 mariposa, el kamikaze Le Clos, el hombre que derrotó a Phelps en Londres 2012, le arrebató un oro que llevaba su nombre. Al menos Cseh se llevó el reconocimiento de su amigo y verdugo, y de toda la piscina.
El sudafricano salió como si nadara un 50. Por debajo del récord del mundo de Phelps, tocó la pared con un tiempo de 24.56, veinte centésimas menos que la plusmarca. Por los carriles centrales, los húngaros Kenderesi y Cseh, junto al japonés Sato, peleaban por encontrar el mejor ritmo posible para el último 100. Le Clos siguió a lo suyo, nadando con medio cuerpo por delante de todos, sin medir sus fuerzas.
Después del último giro, Cseh fue el último en emerger del subacuático y el segundo tras Le Clos. Pero el sudafricano aguantó, sacando fuerzas de flaqueza, para detener el cronómetro en 1:53.33. Un tiempazo, mejor incluso que el que necesito Phelps para ser oro olímpico en Río 2016. Cseh lo detuvo en 1:53.72, mientras que el japonés Seto fue bronce con 1:54.21.