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Tercer tiempo

“No me amenaces”

Vi a Neymar ante la Juventus. Ese segundo gol es para enmarcar en la memoria del fútbol, incluso en el fútbol de Messi o Robben. Lo vi celebrar sus dos espléndidos goles ante un equipo que trae malos recuerdos recientes. Esa belleza de los goles estaba empañada por aquel recuerdo malo, pero sobre todo por la evidencia de las amenazas del brasileño de dejar el Barça. Me acordé, claro, de la canción de José Alfredo Jiménez, ‘No me amenaces’. El extraordinario cantante pone el dedo en la llaga, aunque él escribía de amor, donde la amenaza se convierte en acto en cuanto se pronuncia.

“Buscar otra vida”

Cuando menos se lo esperaba el Barça, el delantero de las filigranas puso mala cara. Como se hablaba de su marcha al PSG, un gesto valía más que mil palabras. Y él puso mala cara como un aviso. En esa letra José Alfredo dice: “Cuando estés decidida a buscar otra vida, /pues agarra tu rumbo y vete”. Hubo otra amenaza este año, la de Cristiano: se va fuera de España, insinuó. Y se armó la marimorena, y la marimorena se atenuó hasta la extinción. En un caso, el de Neymar, y en el de Cristiano los aficionados han sido tan duros como la canción: “Agarra tu rumbo y vete”.

“Espero tu olvido”

Decía Pablo Neruda: “Las cosas que nadie rompe pero se rompieron”. Eso es en el amor. Que es lo que canta José Alfredo Jiménez. Pero en el fútbol no es amor, es dinero. Morata tiene derecho a marcharse, Cristiano Ronaldo también, como un día ya se fueron Evaristo, Suárez, o incluso Kubala y Di Stéfano, que también se fueron del Barça y del Madrid. Y Neymar también se puede ir. Pero ya dejan en el aficionado el resquemor del desamor. Y el graderío no olvida. Se queda sin el futbolista aunque éste no se vaya. La amenaza es la primera parte del olvido. Morata es otra cosa, dirán.

El caso de Morata

El fútbol es dinero y pasión provisional; el Madrid no puso pasión por retenerlo y él se fue. En sus declaraciones habló el excelente madridista, que nació blanco, de la que puso el Chelsea. El aficionado traduce la pasión: 80 millones de euros. No hay otra pulsión conocida en el fútbol, los jugadores pueden decir lo que quieran. En el caso de Cristiano fue Hacienda, que para él no somos todos, en el caso de Neymar es muchísimo más dinero y para Morata es mucho dinero también. La ansiedad se paga, y cualquier humano, aunque sea divino, está expuesto a irse por dinero. El amor es otra cosa.

“Si la haces, paga”

Se cuenta esta historia de otro gran cantante, el argentino Atahualpa Yupanqui. Iba al Café Gijón, a una tertulia que él presidía. Era indio silencioso, y todos sus admiradores esperaban que hablara, aparte de las buenas tardes. Un día le contaron una historia como la que ahora protagonizan Ángel María Villar y allegados. Escuchados los pormenores, el autor de ‘Los ejes de mi carreta’ hizo ademán de hablar, todos prestaron atención y él dijo, simplemente: “Eso demuestra que en este país el que la hace la paga”. Simple como el mecanismo de una puerta.

¿Y quién paga?

Por lo que se lee, la Federación Española de Fútbol estaba para hacer del fútbol un negocio nacional, una finca privada de Villar y los suyos. Pero eso se lleva escuchando desde hace mucho. ¿Qué pasó entretanto, por qué duró tanto la fechoría, si los jueces dicen que es tal? Lo que sobresale ahora es lo anecdótico, aunque sea tan grave. Que una directiva haya vivido más de dos años en un hotel a cargo del fútbol oficial es la revelación de un iceberg bajo el cual deben pasar aguas muy turbias. Han puesto el fútbol al nivel de la sospecha, y cuando sospechas de algo tan bello es que alguien no lo ama.