El West Ham, martillos, academia y burbujas en el aire
El club del oeste del Londres tiene una historia íntimamente ligada a su masa social. En su academia se formaron Bobby Moore, Geoff Hurst, Rio Ferdinand...
El West Ham nació entre los martillos de hierro de los astilleros y las metalúrgicas de Thames Ironworks. Arnold Hills y Dave Taylor, dueño y capataz de la empresa, respectivamente, fundaron un equipo de fútbol bautizado bajo el amparo de la firma aunque Syd King, entrenador de 1902 a 1903, aceptó tiempo después que la profesionalización no era un objetivo. El Thames se pintó de azul rey por orden de Hills, egresado de Oxford; un año después cambió su color al azul cielo y en 1899 rindieron homenaje al Aston Villa, entonces campeón de liga, e imitaron su indumentaria: torso en vino, mangas en azul cielo, pantaloncillo en blanco y medias en vino. El Thames murió al entrar al Siglo XX y de sus chispas, del hierro fundido, se moldeó el West Ham. Quedaron los colores. Y el sonido de los martillos.
122 años de ascensos y descensos. De burbujas destruidas a golpes de martillo. 'Los Hammers' tocaron la Primera División en 1923, mismo año en el que ganaron la FA Cup ante el Bolton vigilados por un caballo blanco de la policía montada británica para contener a las más de 300,000 personas que rebosaban Wembley. Al entrar a la década de los 60, su academia comenzó a entrar en combustión. Máquinas, hierro fundido, martillazos, clac, clac, golpeos metálicos. La siderurgia entregó una generación irrepetible: Bobby Moore, Martin Peters, Geoff Hurst. En 1965, 'La Academia' ganó su único título internacional, la Recopa de Europa, al derrotar en la final al 1860 München. Un año después, Moore y Hurst, quien anotó el único triplete en las finales de las Copas del Mundo, alzaron la Jules Rimet en Wembley, goles fantasmales mediante, ante los ojos de la reina Isabel y del tecniclolor.
1975-1976 fue la última época dorada de la metalurgia. 'Los Martillos' volvieron a la final de la Recopa, ya sin Hurst y Moore pero con Frank Lampard padre, pero claudicaron ante el Anderlecht de Rensenbrink. Un año antes, sometieron al Fulham en Wembley para capturar su segunda FA Cup. Todo mientras el Inter City Firm, los hooligans de origen obrero que viajaban camuflados de 'civiles' en los vagones de primera clase para burlar la vigilancia policial, convertían Upton Park en una acería, un infierno de gritos como martillazos, el bochorno del hierro derretido: "I'm forever blowing bubbles / Pretty bubbles in the air", no dejaban de entonar. La Copa de 1980, arrebatada al Arsenal, fue la última gran sonrisa de la Firm y del resto de hinchas en Boleyn Ground.
Desde entonces, ascensos y descensos, altas y bajas. Le mantienen vivo la academia y su encarnizada rivalidad con el Millwall, con quien se disputa palmo a palmo cada centímetro del Oeste londinense, desde Stratford hasta Plaistow, a veces con sangre de por medio. En su cantera se forjaron Paul Ince, Jermain Defoe, Joe Cole, Río Ferdinand y Frank Lampard, en búsqueda de las huellas de su padre. Ahora, en su nuevo hogar, el Estadio Olímpico de 2012, 'Los Martillos' de Slaven Bilic incorporarán a Chicharito para que las burbujas, después tanto, alcancen el cielo, por fin.