Cesc, Bellerín y Keita, los triunfadores lejos de casa
Suerte dispar para los canteranos que dejaron La Masia. Mboula es el último en irse de casa para probar fortuna: se va a Mónaco.
Marcharse de La Masia no significa acabar triunfando lejos de casa. Suenan demasiados cantos de sirena y buenas intenciones de agentes y clubes extranjeros cuando ven la opción de captar alguno de sus talentos para reforzar sus equipos. El tiempo acabó dictaminando que sacar al jugador de su hábitat en el que creció futbolísticamente puede costar muy caro a los proyectos de cracks que se quedan en eso, en proyectos. El Barça también abusa de su fuerza local para arrasar en canteras vecinas, pero se da cuenta de que las de fuera están embobadas con el trabajo de la base azulgrana y seducen a futbolistas que después no dan lo que de ellos se esperaba.
Jordi Mboula es el último caso. En la Ciutat Esportiva consideran que “es un buen proyecto de futbolista, pero no está ni para el primer equipo del Barça ni del Mónaco”. Así lo afirma una voz con experiencia en la formación de talentos. De esta etapa más moderna, Gerard López, ahora técnico del filial, fue el primero en emigrar. Se fue al Valencia en 1997. Allí se le recuerda por algunos buenos partidos, pero lo que más gustó de él en Mestalla fueron los cerca de 24 millones de euros que Gaspart abonó para su regreso a casa.
Tras frenar la marcha del mediático Nano Macedo, el club no pudo evitar las fugas de Cesc Fàbregas, Bellerín (Arsenal) y Piqué (United). Este trío, junto con Keita Baldé (Lazio), fue el que mejor rendimiento dio, aunque en el caso del central tuvo que volver (Guardiola pidió su fichaje en la 08-09) para convertirse en el sensacional futbolista que es hoy en día.
A la espera. En el club esperan acontecimientos con Eric García (lo pretende el City, pero aún no es oficial su marcha) y con Mateu Morey, que parecía que saldría al Bayern. Ellos son los últimos ejemplos de jugadores que a su edad y en el lugar en el que crecieron apuntan a grandes cracks del futuro, aunque el ramillete de futbolistas que hicieron las maletas y que acabaron perdiéndose son muchos. Espacio para todos no hay, claro, pero irse de La Masia tampoco es sinónimo de éxito.