El futuro de Ricky: su llegada a Utah y su adiós a los Wolves
Analizamos qué significa para Ricky Rubio el traspaso que le convirtió en nuevo jugador de unos Jazz pendientes de Hayward. Teague, su sustituto en Minnesota.
Seguramente Ricky Rubio ya no recordaba cómo se vive sin tener que ver su nombre protagonizando los rumores de traspaso un día sí y otro también. Criticado por sus problemas en el tiro y con distintas lesiones que le impidieron contar con la regularidad necesaria en sus primeros años en la Liga, la base aterriza en Salt Lake City. Allí, en la ciudad que acunó a una de las mejores parejas de todos los tiempos (John Stockton y Karl Malone) y en la que Raúl López vivió su aventura NBA a principios de siglo, Ricky esperará encontrar la estabilidad emocional necesaria para enderezar una carrera que ya disipó no pocas dudas durante la segunda mitad de la reciente y ya pasada temporada. Ahora bien, ¿qué escenario se encontrará en los Jazz? ¿Aciertan los Wolves con su salida? A estas y otras preguntas trataré de dar respuesta en los párrafos siguientes. Vamos con ello.
Utah contiene la respiración
El futuro próximo de los Jazz (y de Ricky, en lo deportivo, por supuesto) está ligado a una sola decisión: ¿renovará Gordon Hayward o por el contrario se irá? Hasta que el alero (agente libre) no se decida, no podremos vislumbrar su el español podrá por fin disputar los playoffs tras quedarse sin catarlos en cada una de sus seis primeras campañas en Minnesota. Utah viene de cerrar un curso notable en el que por primera vez en siete años volvió a ganar una eliminatoria. Seguir en esta línea o resetear el proyecto depende de la continuidad de Hayward, un talentoso alero por el que suspiran en Boston y Miami. Es el último gran nombre que puede ayudar a levantar la moral de un Este que, con la excepción de LeBron y los Cavs, vuelve a encontrarse a años luz de la Conferencia rival.
Lo que sí asegura la llegada de Ricky es el adiós al hasta ahora base titular: George Hill no seguirá e incluso podría iniciar el camino de regreso a San Antonio, la franquicia que le drafteó. Esta baja puede jugar en contra de los Jazz, ya que según varios medios estadounidenses, Hayward habría puesto la renovación de Hill como condición para su continuidad. Además de su buena relación fuera del parqué, Hayward veía a Hill como alguien en el que poder descargar parte de la responsabilidad anotadora. Lo ocurrido en las últimas horas da a entender la escasa fe que en Utah tenían en su renovación tras rechazar la base una extensión de contrato durante el año. Ir a la reunión del lunes con Hayward sin la presencia asegurada de Hill hubiese sido mucho peor que hacerlo con un point guard de garantías como Rubio en el roster y con un contrato ni muy pesado (29 millones de dólares) ni prolongado en el tiempo (dos años).
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Ricky puede no asegura la amenaza exterior que generaba Hill. Tampoco es tan anotador, pero su magnífica visión y capacidad para dirigir el juego en transición congenian muy bien con el estilo que el coach Quin Snyder ha impuesto en Utah. Al contrario que los Bulls, los Jazz sí cuentan con esos tiradores (Rodney Hood, Joe Johnson, ¿Hayward?) que tanto se pueden beneficiar de la visión del español. Aunque eso sí, para poder generar estos espacios Rubio necesita ser agresivo en ataque en todo momento. Además de hacer circular el balón, debe aprovechar cada oportunidad de encarar el aro con decisión. Sobre todo, tras el pick&roll. Para evitar que su defensor pase el bloqueo por detrás, concediéndole el tiro de media y larga distancia, también tiene que continuar con su progresión en el tiro de media y larga distancia. En cuanto a la conexión con los pívots, Rudy Gobert y Derrick Favors son jugadores que entienden el baloncesto y, por tanto, no tendría que haber problema alguno a la hora de alimentar a ambos. Atrás Ricky no cuenta con la explosividad de Hill, pero su IQ y anticipación juegan a su favor para que el trabajo defensivo del equipo no se resienta. Si consigue adaptarse rápido a una propuesta de juego que, por sus características, le viene mucho mejor que la que proponía Thibodeau en Minnesota, su confianza se reforzará y tanto el equipo como él saldrán ganando con esta operación. Aunque insisto, el poder ser competitivos dependerá en gran medida de Gordon Hayward....
Jeff Teague, el relevo
A priori choca ver que los Wolves hayan dejado marchar a un jugador en su mejor momento por una única primera ronda del draft (protegida Top-14). En Minnesota han regalado a Ricky a cambio de obtener margen salarial con el que alicatar un proyecto que dio un giro de 180º la pasada semana con el traspaso de Jimmy Butler. El ex de los Bulls compartirá línea exterior con Andrew Wiggins, quien tampoco anda sobrado de tiro exterior. Un defecto que con Ricky tampoco mejoraría. De ahí que Thibodeau lograse hacer cambiar de opinión a Glen Taylor (el dueño de la franquicia rechazó siempre un trade por el español hasta ayer viernes…). Deshacerse de los algo más de 14 millones que cobrará en la 2017-18 permitían a los Wolves una mayor flexibilidad que, a su vez, se traducía en mayores opciones de encontrar a otro base con garantías en el mercado.
Lo han encontrado rápido, mucho. A falta de la rúbrica final, Jeff Teague llegará con un contrato bajo el brazo de 57 millones y nueve temporadas. Teague es un director de orquesta de un perfil diferente al de Rubio. Mejor lanzador, aunque tampoco para tirar cohetes, destaca por su agresividad para ir al aro y el daño que puede infligir a partir del bloqueo directo. También está capacitado para jugar sin el balón, una atribución que ayuda a descifrar su llegada a los lobos. Dadas las elevadas necesidades de entrar con contacto con la bola tanto por parte de Butler, Wiggins y el mismo Towns, el ex de Pacers y Hawks, tendrá que comportarse como un escolta puro durante ciertas fases de los partidos. No parece que este sea un problema, como tampoco debería serlo en el lado defensivo. Su solvencia atrás debería mejorar a un equipo que se ha mostrado bastante inconsistente en este aspecto.
Operación positiva para ambas partes
En resumen, por mucho que cueste acostumbrarse a ver a Ricky con otra camiseta que no sea la de los Wolves, el de El Masnou puede salir beneficiado con un estilo (el de los Jazz) que se adapta mucho mejor a sus características. Lo mismo que unos Wolves obligados a buscar otras soluciones para sacar el máximo partido de un grupo en el que una estrella como Jimmy Butler pasa a compartir cartel con dos jóvenes promesas: Wiggins y Towns. Como siempre ocurre en este tipo de casos, sólo el tiempo dará o quitará razones.