La camiseta no es nuestra
Lo han vuelto a hacer. Han conseguido que un año después, y a la vista de las actuales camisetas, las del año pasado, que en su día ya nos parecieron pésimas, hoy parezcan preciosas. Al menos, pese al deficiente diseño, las anteriores eran camisetas reconocibles del Espanyol, mientras que las actuales parecen mas propias del Getafe o del Oviedo. Y cuidado con el cromatismo azulgrana cuando le pongamos sobre el azul el parche rojo de Rastar. Algún consejero igual se emociona, pero al resto nos parecerá raro. Por cierto, cuando los culés presentaron las suyas, igualmente horrorosas, nos prometimos un año de risas, olvidando el sabio refranero castizo que advierte que cuando las barbas de tu vecino ves pelar, pon las tuyas a remojar.
Como sucede con el resto del fútbol, las camisetas también han dejado de ser para la gente. Aunque las hemos de comprar nosotros y no son baratas, no son nuestras. No las hacen pensando en nosotros. En los tipos que pasamos nuestra infancia vistiendo la misma camiseta temporada tras temporada, y que cuando la dibujábamos con Plastidecor sabíamos perfectamente y de memoria cuántas rayas tenía. Cuidado, no es solo un asunto de nostalgia, sino de identidad. El negocio del fútbol no respeta a sus consumidores y aun así, seguimos comprando una temporada tras otra. ¿Hasta cuándo?