Romo dijo a Witten: "Los Cowboys antes que la amistad"
El ya ex quarterback de la franquicia de Dallas fue esencial para mantener la unidad del vestuario cuando fue mandado al banquillo por Dak Prescott.
Tony Romo, ex quarterback de los Dallas Cowboys y nuevo flamante fichaje como comentarista de la NFL en la CBS, siempre ha tenido fama de ser un extraordinario compañero, alguien con quien ir hombro con hombro a la batalla y el típico líder que es capaz de estar junto a la pieza más pequeña y prescindible del equipo al mismo tiempo que cena con el propietario de la franquicia, Jerry Jones, teniendo el respeto de ambos. Es una tarea de hercúlea dificultad y para la que están preparadas muy pocas personas.
El año pasado tuvo ocasión de demostrarlo por última vez, y salió del envite con matrícula de honor.
Tras su lesión en pretemporada Dak Prescott, rookie, ocupó su puesto de QB titular. El equipo cogió un nivel de juego extraordinario y, con él, llegaron las victorias. Una ley no escrita pero esencial del deporte en general, y de la NFL en particular, es que lo que está funcionando no se toca, así que cuando Tony Romo se recuperó de su lesión, en las manos de Jason Garrett, entrenador del equipo, estaba una decisión en apariencia difícil pero que resultó muy sencilla: seguir con el rookie o dar el puesto de nuevo a su legítimo dueño, el veterano. Fue lo primero, claro, que en la victoria todo es más sencillo.
En ese momento, Romo se pudo convertir en una bomba en el vestuario. Ese vestuario le adoraba. Le adora. Si el jugador hubiese mostrado su disgusto bien podría haberse comenzado un pequeño incendio, un pequeño motín, que a saber que consecuencias tendría. El gran QB lo sabía. Ese poder era suyo para hacer lo que quisiera.
Y lo que hizo fue, exactamente, lo que quiso: seguir siendo el gran compañero y el gran profesional de equipo que fue, que es. Romo cogió a su mejor amigo en la plantilla, Jason Witten, el tight end que entró junto a él en el equipo en 2003 y le ordenó que pusiera a los Dallas Cowboys por encima de su amistad, que su situación no debía ocupar ni un sólo segundo en su cabeza y que el único objetivo era ganar y ayudar a los chavales, el citado Prescott y Zeke Elliott por encima de todos, a pelear por el anillo de la Super Bowl.
No es de extrañar que Jerry Jones le haya reverenciado hasta el final. Todo lo que ha hecho Tony Romo por los Dallas Cowboys ha sido ejemplar. Siempre. En cada instante.