México: el 'Tri', a redimirse de la última Copa América
Discernir el dibujo táctico de Juan Carlos Osorio es una lotería. En su política de rotaciones, ni los porteros tienen asegurado su puesto de un partido a otro.
El 7-0 encajado ante Chile en la Copa América, la peor derrota en su historia, fue un trauma que removió los cimientos del fútbol mexicano. Cuatro meses y medio después de la catástrofe de Santa Clara, ‘El Tri’ consiguió uno de sus triunfos más resonantes de su historia: 1-2 en Estados Unidos en plena apoteosis de Donald Trump, recién electo presidente del país. El triunfo expió los malos augurios y allanó el camino a Rusia 2018, frecuentemente lleno de tormentas y arenas movedizas.
Discernir el dibujo táctico de Juan Carlos Osorio es una lotería. En su política de rotaciones, ni los porteros tienen asegurado su puesto de un partido a otro. El esquema tampoco es inmune: Osorio puede echar mano de la línea de cuatro o, como sucedió en Columbus, colocar una valiente (y casi suicida) retaguardia de tres que fomente la libre circulación de la pelota en área rival. Eso sí, el colombiano tiene claro su esqueleto: Rafa Márquez, Héctor Moreno, Miguel Layún, Andrés Guardado, Carlos Vela y Javier Hernández. Y poco a poco se suma el buen pie de Jonathan Dos Santos, vital para el juego de posesión que pregona el colombiano. Aunado a la irrupción de Hirving Lozano, Luis Reyes, Orbelín Pineda, la mezcla es dinamita pura.
Estrella: Javier Hernández
‘Chicharito’ llegará a la Copa Confederaciones investido ya como el máximo goleador en la historia de la Selección Mexicana. Con solo siete años en el Tri, superó la marca de 46 goles que le tomó once años labrar a Jared Borgetti. Además, presentará en Rusia sus credenciales de mejor anotador mexicano en la temporada 2016-2017 del fútbol europeo. Sus 13 goles con el Bayer Leverkusen dan constancia de su contundencia de frente al arco, aunque habrá que matizar que las continuas lesiones y una inusitada sequía a finales de 2016 impidieron que el delantero quedara muy lejos de su asombroso registro del año anterior (26).
Mortífero dentro del área, de gatillo fácil, un maestro del desmarque, un genio para entrever espacios, “uno de los mejores finalizadores” del mundo le ha descrito Juan Carlos Osorio. En Alemania ha embarnecido, compite mejor en el cuerpo a cuerpo y ha mejorado su ductilidad con la pelota, una característica que ya cultivaba desde su breve pero exitosa pasantía en el Real Madrid. Chicharito es el arma ofensiva y mediática más potente del Tri. Un símbolo, con detractores y aduladores, que busca aparecer, como siempre lo ha hecho, en las grandes citas del fútbol mexicano.
Entrenador: Juan Carlos Osorio
El ‘metodólogo’ colombiano no ha hecho más que sumar crédito tras la devastadora derrota de 7-0 en la Copa América ante Chile que borró de tajo sus alocuciones académicas en las conferencias de prensa y la simpatía de la esfera mediática. Casi sin mayor esfuerzo, o al menos eso pareciera, su selección ha derrumbado varios traumas: venció a Estados Unidos en Columbus, su ciudad maldita, por primera vez; logró la primera victoria en Trinidad y Tobago desde 2004; antes, había vencido también en territorios hostiles como Honduras y Canadá.
El método Osorio (rotaciones, competencia interna, minuciosidad táctica) ha logrado una quimera para el fútbol mexicano: superar un proceso mundialista en plena calma. Con un estilo de juego cada vez más definido, que privilegia el juego de banda con perfil contrario, los cambios de frente, el buen trato de pelota, aunado a su sobriedad y elegancia en el trato con la prensa y la instauración de un ambiente relajado en el vestidor, Osorio ha drenado el agua que se había colado en su navío. Las aguas del mar Caspio pondrán a prueba la resistencia del barco: o será un viaje placentero o la inundación ahora sí será insalvable.
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