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FINALES NBA | CLEVELAND CAVALIERS-GOLDEN STATE WARRIORS (0-3)

Las Finales, en 8 claves: Curry, 18 rebotes más que Thompson

El ritmo de posesiones acaba superando a los Cavs aunque les permita anotar con más facilidad. Estas son las ocho claves del 3-0 de las Finales.

ClevelandActualizado a
Los jugadores de los Golden State Warriors celebran la victoria del Game 3.
RONALD MARTINEZAFP

1. Las estadísticas básicas

A veces basta con echar un vistazo a los números más básicos sin entrar en cuentas avanzadas. Los Cavaliers no están sacando ventaja del rebote: tres más en ataque (35-32) y derrota en el total (149-163). No están parando las transiciones de los Warriors (52-82 en puntos a la contra) ni frenaron la lluvia de triples: 15 más ya (31-46) y siempre con los de Oakland por encima del 36%, una línea roja por encima de la que no han perdido ningún partido en toda la temporada 2016-17. Dominan la pintura por los pelos tras su desastre del primer partido (136-134), casi empatan en pérdidas (41-42) y permiten más de 30 asistencias de media (59-94) a un rival que en esa cifra es casi invulnerable. La suma de todos estos datos plantea una situación de derrota casi asegurada para los Cavs. Y así está siendo.

2. La trampa del pace

Esta estadística (el número de posesiones por 48 minutos) arroja la verdadera medida del ritmo infernal en el que se está jugando: por encima de 103 por el 96,4 de la media de toda la Regular Season o el 92 de las Finales 2016. En temporada los Cavs se han movido en 92,2 y en playoffs en 96,2. Y los Warriors, en 99,8 y 100,7. Esto, se comprobó otra vez en la primera parte del tercer partido, es lo nunca visto… y una trampa casi irresoluble para los Cavaliers.

Ante sus problemas defensivos de todo el año, necesitan anotar mucho. Ante una defensa extraordinaria y con los tiradores secundarios fuera de foco, necesitan ejecutar rápido (correr en transición pero también ser agresivos en la toma de decisiones tras los primeros bloqueos) y cuando lo consiguen, alcanzan su mejor nivel con Kyrie Irving y LeBron James percutiendo. Por eso Lue no quería ni oír hablar de partidos más trabados. Pero lo mismo que les da minutos de mucha producción, les acaba machacando ante un rival que parece inmune al agotamiento por una simple cuestión de recursos. Los Warriors también producen de forma constante y llegan más frescos a los últimos minutos. Los Cavs tenían claro que si ganaban partidos tenía que ser así, pero tampoco les está llegando.

Su defensa, una sombra negra durante toda la temporada, no aparece porque los conceptos y el personal cuentan, no solo la actitud y la intensidad. No ante estos Warriors, que de raspar los 100 puntos de media en las Finales 2016 han pasado a 121 en estos tres primeros partidos. Nadie va a ganar cuatro partidos de siete a unos Warriors en más de 120 puntos de media. Ni tres. Ni dos.

3. Tristan Thompson, el fantasma

El contrato de 82x5 que firmó Tristan Thompson era una aberración para muchos en las oficinas de los Cavs, una concesión a la presión pública que ejerció LeBron James, que quería al canadiense en el equipo. Los playoffs 2016 le reivindicaron como un obrero esencial al servicio de las estrellas de su equipo, más contra los quintetos pequeños de los Warriors. Un factor X. Pero durante toda la temporada 2016-17 se ha cuestionado su nivel de esfuerzo, su preparación física y la influencia de su tan pública nueva vida (en el entramado Kardashian). En los playoffs del Este recuperó tono ante rivales que le iban como anillo al dedo pero en las Finales, cuando tenía que volver a ser un elemento importante, ha desaparecido: dos partidos sin anotar, ninguno con más de cuatro rebotes, en total 8 puntos y 11 rebotes, solo 7 en ataque.

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Stephen Curry lleva 29 rebotes, 18 más que él. Los Warriors le cuerpean constantemente para sacarlo de sus zonas de confort en el rebote ofensivo, aspecto (el único) en el que es uno de los mejores de la NBA. Sin eso y lento también en defensa, no aporta nada en un equipo muy corto por dentro: Lue no confía en Frye ante los Warriors y hasta tienen lesionados a los fichajes tardíos (Bogut, Tavares…).

4. Stephen Curry, el mejor ‘no MVP’

Si todo sigue un curso normal de acontecimientos, los Warriors serán campeones y Kevin Durant MVP. Así que Stephen Curry lograría su segundo anillo sin haber sido elegido el mejor de ninguna de las dos Finales. En 2015 el sensacional trabajo de Iguodala le dio un premio merecido y en el que también iba un enorme reconocimiento a LeBron James en una derrota inevitable (lesionados Kevin Love y Kyrie Irving). Pero Stephen Curry promedió 26 puntos, 5,2 rebotes y 6,3 asistencias con 25 triples en un 38,5% de acierto. Ahora, después de esa pesadilla de 2016 en la que jugó con una rodilla tocada, está a su mejor nivel en playoffs y promedia en las Finales 28,7 puntos, 9,7 rebotes y 9 asistencias. Ha anotado 15 triples casi en el 50% (15/31), tiene un 64,8% en true shooting percentage (todos sus tiros, los libres también, promediados) y la media de su equipo con él en pista es de +17,4. Absolutamente reivindicado, absolutamente decisivo…. Y absolutamente en nivel MVP. Pero está por ahí Kevin Durant, claro…

5. Los aleros, el small ball

Kevin Durant está siendo todo lo que proyectaban los Warriors cuando lo contrataron… Y más. En ataque y en defensa. En el tercer partido, el menos dominante para él durante tres cuartos, apareció con 14 en el último parcial, incluidos 7 en el 0-11 final y un triple ante LeBron y en coast to coast que pasará a la historia de las Finales. El ajuste de Durant como pívot da, en muestras pequeñas, números de eficiencia asombrosa. Y él por sí solo es un problema de magnitud hasta ahora desconocida para los Cavs: esto es lo que podía pasar al sumar al segundo mejor jugador del mundo a un equipo que venía de ganar 73 partidos. Pero la batalla de ayer volvió a reivindicar a Iguodala: 30 minutos, 7+5+5+4 robos y +10 en pista. Bien físicamente tras su calvario con los problemas de espalda en 2016, jugó un partido inteligente, tapando agujeros por todas partes, descargando a Durant en la defensa a LeBron y permitiendo, como siempre, variantes de small ball que acaban siendo mejores que las del rival. Iggy sigue siendo instrumental en este equipo y forma con Durant una pareja de forwards que, sencillamente, da ventajas incontenibles a un equipo que tiene a Curry, Klay Thompson y Draymond Green.

6. Los entrenadores… y los banquillos

Lue no quiso cambiar el quinteto ni bajar el ritmo. Y cuesta culparle de la derrota: los Cavs estaban exactamente donde querían a tres minutos del final. Sin fuerzas, pero eso tiene más que ver con la composición de una plantilla que (previo impuesto) es la más cara de la historia, pero que no está obteniendo nada de sus secundarios: Love pasa de estrella a obrero (y en esa exigencia está haciendo unas Finales aceptables), Tristan Thompson ha desaparecido, JR Smtih solo ha jugado a su teórico nivel un partido y el banquillo es un drama.

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Frye, una llave inglesa ante otro tipo de rivales, no puede jugar al ritmo de esta Final. Shumpert estropea su actividad defensiva con sus errores en el tiro y su tendencia a meterse en charcos en ataque, Deron Williams sencillamente no puede estar en pista y Korver acumula un 3/12 en triples, incluido su fallo en el que pudo valer más de media victoria en el último minuto del tercer partido, con 113-111 y antes del decisivo de Durant. Kyrie y LeBron anotaron 77 puntos, muchos por una cuestión de talento especial y voluntad de hierro. La poca producción del resto lanza toda la defensa de los Warriors sobre ellos, más incluso de lo normal. Y anotar se hace más difícil, y cada canasta requiere un esfuerzo extra que pasa factura cuando llegan los minutos decisivos…

7. El partido de Draymond Green

El ala-pívot se ha pasado toda la Final con problemas de faltas. En The Q los Cavaliers le buscaron como vía obvia para desestabilizar el sistema nervioso de los Warriors. Y Green entró al trapo: le señalaron alguna falta rara y no pitaron algunas que le hicieron muy evidentes, pero cometió varias innecesarias, se metió en peleas absurdas y recibió una técnica en uno de los peores momentos de su equipo. Pero en pleno torbellino y en un partido en el que no estaba ayudando en nada a sus compañeros, Green supo recomponerse y jugar los minutos decisivos concentrado, sin cometer la sexta personal, acabando jugadas tras bloqueo (un rol distinto al habitual) y defendiendo de forma excelente. Al final, +14 en pista: el mejor dato de todos los jugadores y una reacción emocional a tiempo que reivindica esa madurez de la que ha presumido tras sus problemas de los playoffs 2016. Pasó de no estar a la altura del partido a ser importante. Mucho mérito.

8. La remontada

Los Cavaliers no han entregado oficialmente la corona pero cuesta imaginar ni siquiera una Final en la que vayan más allá del cuarto partido o el quinto como máximo. Con solo 48 horas para una recuperación física y mental que se antoja muy complicada y con la certeza, seguramente, de que esto no es el 3-1 del año pasado: nadie ha levantado un 3-0, en ninguna ronda de playoffs, la última vez que perdieron los Warriors con el big four en pista fue el 28 de febrero (y Kevin Durant se lesionó en el primer minuto de aquel partido en Washington, además) y desde la llegada de Steve Kerr nunca han perdido cuatro partidos seguidos: la última vez, entre el 26 de febrero y el 2 de marzo de 2013. Y los cuatro los jugaron a domicilio.