El Rangers, el gigante azul que se ha puesto de pie
El club escocés entró en bancarrota en 2012 y debió ser refundado. Volvió a la vida en la cuarta división y regresó al máximo circuito en 2016.
El Rangers murió en el verano de 2012. La burbuja deudora, que se expandió irremediablemente desde 1945, como un cáncer, hizo metástasis. El cadáver fue bautizado 'The Rangers Football Club'. Enterrados por las escrituras de traspasos, recibos de préstamos e historiales crediticios, quedaron las memorias del Estadio Ibrox, sus 66 muertos en 1971, los goles de Jimmy Smith, el tesón de Dougie Gray, la lisérgica elegancia de Paul Gaiscoigne o la sangre de Ally McCoist. Y en las vitrinas se empolvaron 54 ligas (récord a nivel mundial), 33 copas, 27 copas de la liga, una Recopa de Europa. El azul rey se diluyó en el Río Clyde.
Primavera de 1872. Peter Campbell, William McBeath y los hermanos Peter y Moses McNeil deambulaban por Glasgow Greens. Vieron a un grupo de hombres que surcaban los pastos mientras pateaban una pelota de cuero a medio descoser. ‘Se llama fútbol’. ‘Nos llamaremos Rangers, como aquel equipo inglés de rugby que vimos en un anuario y jugaremos al fútbol’. Y corría mayo, y el vástago escocés bautizado por inspiración inglesa pateó el balón por vez primera en un parque público. No hubo gol. Crónicas afirman que ni siquiera hubo porterías, o si las había se confundían entre las piedras, los improvisados tablones de madera y el lodo. 0-0 contra el Callander FC. Amanecía en Glasgow. El cielo azul.
Meses después, los Rangers demolieron 11-0 al Clyde enfundados en una playera blanca atravesada por una línea azul celeste al pecho. No fue hasta 1873, cuando el proyecto de Campbell, McBeath, y los hermanos McNeil conjuntó una asamblea de directores, y un puñado de futbolistas que jugarían para ellos. Se hacía tupida la mañana en Glasgow. El cielo azulino, diáfano.
Cuando la liga escocesa de fútbol germinó, el Rangers ya era tenía ocho años, regido por la doctrina luterana, por el britanismo, la Union Jack, el reinado. Su primer trofeo oficial lo partió en dos, una mitad para él, y otra para el Dumbarton. No existía ningún criterio de desempate en caso de paridad en puntaje. Y de pronto el párvulo se hizo poderoso. Las rayas celestes le poblaron el pecho, tanto que el blanco se le extinguió. Y pronto el azul se oscureció, porque la mañana de Glasgow se había convertido en tarde.
A la par, el vecino de rayas verdes y albas, el hijo de inmigrantes irlandeses, que sí creía en los santos y en el peregrinar de las almas en el purgatorio, crecía pujante, victorioso y galopante. Porque, por algunos barrios de Glasgow, el azul repugna y todo se colorea en verde y blanco. Los dos no caben en la misma ciudad. Uno intentará perpetuamente echar al otro, para que nunca regrese, sin darse cuenta que sin importar cuántas veces lo venza, el otro jamás partirá de Glasgow.
Entonces la tarde se hizo más brillante. Más azul. El Rangers dominó Escocia. Los 20. Y luego los 30. La tarde se hacía eterna. Entristecía cada cuanto, pero el sol siempre regresaba. Y los 50, y los 60; es 1961, cuando en representación de las islas británicas, tuvo a Europa (la Recopa) en un puño, pero la Fiorentina le arrebató el duelo. Nueve años después vendría la revancha. Es 1972 y desde la cúspide el Rangers vislumbró media Europa, mientras el exiguo Dinamo de Moscú, abatido tras de él, lloriqueaba su infortunio.
Ha empezado a amanecer en Glasgow. Rangers volvió a la Premier League en 2016. Caixinha está en el banquillo. Y justo a tiempo para el alba llegarán Carlos 'El Gullit' Peña y, probablemente, Eduardo Herrera. El azul rey volverá a resplandecer