Los Patriots de Belichick nunca tuvieron tantas armas
New England puede presumir de tener la mayor cantidad y profundidad de jugadores de habilidad en ataque de los últimos 20 años.
En esta era en la que le damos una importancia (creo que) desmedida a las redes sociales, los New England Patriots se han convertido, como todo lo relevante, en un meme. Un chiste, una simplificación. Sus movimientos de esta primavera, en los que han renovado el equipo a corto plazo a cambio de no tener contratos rookies, es decir, metiendo jugadores en la plantilla para ganar ya a cambio de sacrificar futuro, les han convertido en la encarnación más exagerada que recuerdo del ganador de la offseason.
Éste título no tiene por qué augurar nada bueno. De grandes gastadores en la agencia libre están los cementerios de otoño llenos. Pero eso es algo que se pasa por alto en el caso de los Patriots y, sencillamente, se habla de que los demás no se presenten, que es abusar, que van a ganar con una pierna y demás bromas. Porque es una broma. Esta liga es de una competitividad extrema y por más que se sea el máximo favorito, y los Patriots sin duda lo son, hay mucho que jugar, muchas lesiones que lidiar, muchos muros que atravesar. No olvidemos que, incluso en esta era de total dominio de la liga por parte del equipo de Bill Belichick, se tiraron toda una década sin ganar la Super Bowl.
El más memorable de los años en que no ganaron fue el 2007, la temporada que se quedó con un milagro de Eli Manning y David Tyree de más de ser perfecta. Aquella campaña fue significada, en la offseason, por una vuelta de tuerca en las posiciones de habilidad del ataque, algo que no era habitual en la franquicia, y que les convirtió en una bomba en ataque como nunca habían sido. En eso coincide el 2007 con este año, y eso me lleva a pensar que, en efecto, en 2017, una década después, los New England Patriots tienen la mayor cantidad y calidad de corredores y receptores de la era de Bill Belichick.
¿Estoy en lo cierto? Veamos un poco su historia a este respecto:
2001, los "No names"
En el año 2001 los New England Patriots protagonizaron una de las más gigantescas sorpresas del deporte norteamericano al vencer a los Saint Louis Rams en la Super Bowl porst 11-S. "The greatest show on turf" fue batido por un equipo lleno de sin nombres, liderados por un jugador de segundo año llamado Tom Brady, que comenzó a jugar por la lesión del titular, y cuyas estrellas defensivas eran aún desconocidas (el tiempo les pondría en su sitio) y en ataque se vivía de Antowain Smith, Troy Brown y David Patten. El primero era un buen corredor proveniente de Buffalo que tuvo el mejor año de su carrera; Brown era uno de los ídolos locales, pero esta fue la única vez que pasó de 1.000 yardas en sus años en la lifa, y Patten fue fichado de los Browns tras cuatro años mediocres en la liga.
En modo alguno se les puede considerar un grupo estelar.
2003-2004, los años dorados... de la defensa
El último doblete que hemos visto en la historia de la NFL se fundamentó en la defensa. En el año 2003, los Patriots fueron el mejor equipo defensivo de la liga y tan sólo mitad del paquete en el juego de ataque. El mejor receptor era un chico de segundo año llamado Deion Branch, que pronto se convirtió en uno de los favoritos de Brady; David Givens, y Troy Brown ya en declive, le acompañaban. Como corredores, al igual que con troy Brown, los Patriots disfrutaban del crepúsculo de Antowain Smith y el crecimiento de Kevin Faulk, nada que fuera a pasar a la historia.
Ser tan, entre comillas, mediocres en ataque les llevó a su primera decisión estelar de una offseason: en 2004 ficharon a Corey Dillon. Y, sí, aquí sí, aquí estamos hablando de un talento superior. Tanto como para convertir a New England en el cuarto mejor ataque de la NFL mientras se mantenía en la absoluta élite defensiva, siendo los segundos mejores. Corey Dillon corrió para nada menos que 1.635 yardas, una cifra descomunal para un equipo tan plano hasta entonces. David Givens, un mediocre receptor, fue el que más yardas aéreas hizo, pero dio igual. Aquel equipo jugaba como los ángeles.
2007, la apuesta aérea
Todo cambió en 2007. Hartos de "fracasar", mucho ojo a las comillas porque son la clave, con su esquema, los de Belichick ficharon a Randy Moss y Wes Welker. El primero era, es y será uno de los mejores receptores de la historia de la NFL; pero sobre el segundo se han escrito muchas cosas, como que no había demostrado gran cosa en los Miami Dolphins, que no son ciertas. Desde luego, Welker no había hecho números de estrella, pero los Patriots pagaron por un jugador en su cuarto año en la liga una segunda y una séptima ronda. Ninguna bagatela.
Sabían lo que hacían, por supuesto.
En 2007 vimos a los Patriots más espectaculares desde que Tom Brady es su QB. Fue el año en que demostró que podía jugar a tiroteos y récords de yardas tan bien como cualquiera. Fueron una fuerza arrolladora, imparable, que perdieron la Super Bowl en una sorpresa similar a la de 2001 y que quedará en nuestra memoria como uno de los equipos ofensivos más impresionantes de este siglo. Ahí sí que tenían armas estelares y dominantes, porque junto a Moss y Welker estaba Donte' Stallworth aportando lo suyo. Sí que es cierto, sin embargo, que por tierra no eran gran cosa, con un Laurence Maroney como principal corredor.
2014, un tight end para dominarlos a todos
No se puede explicar el éxito de los Patriots en 2014, con el cuarto y esquivo anillo para Belichick y Brady como conclusión, sin la revolución en el puesto de tight end que empezaron un trienio antes con la pareja Aaron Hernández y Rob Gronkowski. Aunque en 2014 el primero ya estaba en la espiral criminal y judicial que le acabarían costando la vida, Gronk alcanzaba sus más altas cotas de dominio físico y se convertía en el mejor jugador de los puestos de habilidad del equipo.
A su sombra, la nube de avispas de Julian Edelman, LaFell o Vereen volvían locos a los coordinadores defensivos.
2016, la sublimación de un estilo
El ataque de 2016 de los Patriots pretendió recuperar el doble tight end, pero se quedó corto por los continuos problemas de lesiones de Gronk. Lo que sucede es que Martellus Bennett cumplió con nota y, como de la nada, apareció LeGarrette Blount para hacer la que sin duda es la temporada de su vida. James White, Danny Amendola, Dion Lewis, Chris Hogan... tuvieron sus momentos, junto al incombustible Edelman, para hacer un grupo digamos que interesante.
2017, llegan los refuerzos
Lo que pasa es que ese mismo grupo se le ha unido Brandin Cooks, que lleva dos temporadas seguidas pasando de las 1.000 yardas. Y Dwayne Allen como digno sustituto de Bennett, aunque desde luego que a menos nivel. Y se ha fichado a Rex Burkhead y Mike Gillislee para complementar un profundísimo cuerpo de receptores.
Es decir, que al equipo campeón se le han añadido piezas concretas para formar una plantilla que, ahora mismo, tiene seis receptores, cinco corredores y dos tight ends como para afrontar la temporada con una sensación de profundidad como no se le recuerda la franquicia.
Porque es cierto que la presencia de Randy Moss en 2007 desvirtúa el debate, ya que nadie se puede arrimar a su talento, pero, con todo, y si Gronkowski se mantiene relativamente sano durante la temporada, los New England Patriots presentarán en el campo a su grupo más talentoso, por calidad y profunidad, de jugadores de habilidad de los últimos 20 años en la franquicia.