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Zidane está ‘de puta madre’

De Zidane me gustan su calma y su optimismo. Da la impresión de que para él todo son tormentas en un vaso de agua. Tiene reciente la cantada que pegó con Bale, que convierte el espectacular rendimiento de los suplentes en una acusación contra él, no sabe si va a seguir el curso que viene, pero se siente bien, ‘de puta madre’, según esa expresión que le salió del alma. Expresión a la que, me decía ayer Hermel, no se puede encontrar equivalente correcto en francés. ‘De puta madre’ implica un grado máximo de armonía con la vida, con el momento, con el entorno. En boca de un francés suena como un homenaje a nuestro idioma.

Zidane es un competidor y un vitalista disimulado. Viene de hacerle una concesión al presidente que le ha desgastado, tiene perdido el margen de ventaja sobre el Barça, le esperan a la vuelta de la curva dos partidos contra el Atlético, pero se siente tan bien que no tiene otra forma mejor de expresarlo. Tiene una plantilla de jugadores muy buenos pero sin el equilibrio preciso, de modo que Casemiro y Marcelo no tienen suplente mientras que James, Isco, Asensio y Lucas Vázquez no tienen sitio, pero se las apaña, manteniendo veinticinco naranjas en el aire, y se le cae alguna, como el otro día la de Bale, la recoge y sonríe como si nada.

Esa pasión calmada con que se desempeña le es útil, sin duda, en un trabajo tan difícil. Dijo Rodney Marsh que todo lo que tiene que hacer un entrenador es mantener felices a once futbolistas, los once suplentes. Los otros once ya lo son porque juegan. Él lo consigue, sólo hay que ver los partidos de la ‘segunda unidad’. Si juegan así es porque se entrenan bien, porque están a gusto en el día a día, por encima de algún trato injusto que le saben perdonar, se hacen cargo. Él les ve en Riazor, como antes en Gijón, Eibar o Leganés, y disfruta. Y como es competitivo y le excita el final de temporada, se siente más feliz que una perdiz. De puta madre.